Los sueldos de la Comunidad oscilan entre 1,5 y más de 10 millones de pesetas al año
El vicepresidente de la Comisión Europea, puesto que ocupará a partir del próximo 1 de enero uno de los dos comisarios europeos que le corresponden a España, ingresará, en francos belgas, el equivalente a casi 16 millones de pesetas anuales en concepto de sueldo base bruto. Si el cargo, como es probable, recae en Manuel Marín, actual secretario de Estado para la CEE, éste, con los pluses de residencia y familiares y descontando los impuestos, ingresará entre 8 y 13 millones de pesetas netas anuales en su bolsillo.
Los funcionarios de la CEE no tienen, lo que se puede decir, malos salarios. Un director general en la CEE viene a ganar (datos de 1985, con un tipo de cambio de 1 franco belga equivalente a 2,93 pesetas) 10 millones de pesetas anuales en su primer año. Tras 12 años de servicios, en razón del coeficiente de antigüedad, recibiría 12,7 millones de pesetas.
Un comisario gana un 12,5% más que este máximo nivel de los funcionarios. Y un vicepresidente, otro tanto más. Vicepresidentes y comisarios reciben además un plus de residencia equivalente a un 15% de su salario (2,38 millones en el caso de Marín) y unas 772.000 pesetas de gastos de representación. La antigüedad supone un incremento salarial del 3% al 5% cada dos años.
Exentos del IVA
Los sueldos base anuales para los españoles variarán desde 1,44 millones de pesetas para el obrero no cualificado (D-4) a los 10 millones para los directores generales (A-1), naturalmente, aumentados en lo que se decida de subida salarial en 1986. Un A-7 (administrativo) vendrá a cobrar unos 3,2 millones de pesetas anuales -repartidos en 12 meses, pues aquí no hay pagas extra-; un A-5 (administrador principal), algo más de 5 millones de pesetas, y un A-3 (jefe de división), unos 7,4 millones de pesetas. Todo ello bruto y sin tomar en cuenta los pluses.
Junto a estos sueldos base, para todos, incluidos los comisarios, hay además otros pluses, equivalentes cada uno a un 5%, aproximadamente, del sueldo básico, para los casados y por cada hijo. Los funcionarios reciben además un tanto para la escolarización de sus hijos. En el terreno de los descuentos y retenciones están la pensión futura, los seguros de enfermedad y accidente, el llamado descuento de crisis, establecido unos cuatro años atrás, y el impuesto que va a parar a las arcas de la Comunidad. Este impuesto tiene un tope máximo equivalente al 45% del sueldo base, empezando prácticamente desde la nada. Estos funcionarios no pagan impuestos sobre estos ingresos en sus países de origen. A título de ejemplo, un A-5 (administrador adjunto), casado o casada, con dos hijos y con 10 años de antigüedad, viene a pagar un 22% de sus ingresos en impuestos.
Otra ventaja de estos funcionarios es un suplemento de un 16% de su salario en concepto de gastos de extrañamiento. Los españoles recibirán el equivalente a los gastos de dos viajes al año en tren, primera clase, para ellos y sus familiares. Los pluses de maternidad también son interesantes. Los comisarios disponen además de coche y conductor.
En cuanto a ventajas en la fiscalidad al consumo, los funcionarios no pagan el impuesto sobre el valor añadido (IVA) local sobre el primer automóvil que compren, pero sí sobre los siguientes. Una vez al año pueden comprar alcohol libre de impuestos hasta un total equivalente a 5.000 pesetas. Disponen también de 21 meses para comprar, libres de impuestos, los utensilios y muebles para su hogar en Bruselas. Se les paga la mudanza y reciben además una indemnización.
Despedida dorada
Si permanece en la Comisión durante los próximos cuatro años y decide luego abandonarla, Marín verá garantizados unos ingresos brutos de ocho millones de pesetas anuales durante los tres años siguientes, y a partir de los 65 años de edad disfrutará de una jubilación de unos 2,8 millones de pesetas. Es lo que en Bruselas se viene a llamar la despedida dorada.
Tras 35 años de servicio en la CEE y al haber cumplido los 65 años de edad, los funcionarios se jubilan con un 70% de su sueldo base final. Una o dos veces al año se revisa el cuadro salarial en la CEE. La Comisión propone -consultando, en su caso, a los sindicatos- y el Consejo de Ministros de la CEE decide.
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