Miguel Solans Soteras
Nuevo delegado del Gobierno en el Plan Nacional contra la Droga
En la noche de mañana, viernes, cuando se reúna con su esposa en Madrid, Miguel Solans tendrá dos buenos motivos para descorchar una botella de Montferrant gran brut, su cava preferido: su nombramiento como nuevo delegado del Gobierno en el Plan Nacional contra la Droga y el 15º aniversario de su matrimonio. Solans deberá acudir a un restaurante, ya que el piso de 70 metros cuadrados que ocupará provisionalmente en Madrid será insuficiente para albergar al grupo de amigos que acompañará al matrimonio.
Miguel Solans, un abogado que nació hace 40 años en Zaragoza, ha aceptado su nuevo cargo con la misma voluntad de servicio que le impulsó, hace tres años, a ocupar el puesto de gobernador civil de Gerona. Militante de Convergència Socialista de Catalunya desde el verano de 1975, participó en la creación del Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC). Sin embargo, su militancia progresista se remonta a sus años en la universidad de Zaragoza, etapa en la cual perteneció a diversos grupos socialistas.En sus primeros tiempos en Barcelona, a donde llegó con 22 años, después de obtener su licenciatura en derecho, Solans se dedicó a complementar sus estudios. En aquellos años compaginó el trabajo en algunas empresas con la realizacion de un master de dirección de empresas en ESADE y de un curso de diplomado en el Centro de Estudios Fiscales y Tributarios de Barcelona. A principios de los setenta, con los diplomas en el bolsillo, organizó, junto con otros compañeros, un despacho de asesoría de empresas.
En 1982, tras la victoria del PSOE en las elecciones generales, Joan Reventós, entonces líder de los socialistas catalanes, le propuso para el cargo de gobernador civil de Gerona. "Acepté porque suponía una oportunidad para trabajar por el cambio en este país", declaró en una ocasión Solans.
De su etapa como gobernador civil de Gerona, Miguel Solans recuerda especialmente las horas vividas en el interior de la cárcel de Figueres pocos meses después de su nombramiento, donde negoció durante más de siete horas con cuatro reclusos armados que pretendían huir. También se siente satisfecho del trabajo realizado como mediador entre las autoridades francesas y españolas para garantizar la seguridad de los camiones cargados de hortalizas destinadas a los países comunitarios. Sin embargo, la tarea que más ha trascendido públicamente es su lucha contra la delincuencia y el control de extranjeros residentes en la Costa Brava.
En el plano personal, el traslado a Madrid supondrá para Solans una reducción de su calidad de vida. Su casa en La Fosca, una de las mejores playas de la Costa Brava, a la que podía desplazarse en pocos minutos, le quedará a partir de ahora mucho más lejos. El esquí, una de las pasiones del nuevo delegado del Gobierno en el Plan Nacional contra la Droga, continuará ocupando buena parte de sus horas de ocio, ya que la distancia no le impedirá acudir a las pistas del Pirineo gerundense, en las que piensa seguir practicando este deporte.
En el pequeño piso provisional de Madrid donde la familia Solans se encuentra instalada no faltarán las novelas de Manuel Vázquez Montalbán, Miguel Delibes, Graham Green o John Le Carré que tanto gustan al nuevo delegado, ni los discos de los Beatles, Joan Baez, José Antonio Labordeta, Vivaldi o Mozart. Como tampoco faltará espacio para permitirle seguir con sus partidas de canasta, el juego familiar de los Solans.
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