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El National Theatre, en la granja de Orwell

La compañía británica presenta en España su montaje de 'Animal Farm'

Los componentes del National Theatre de Londres estuvieron alojados en el parador de Almagro, donde bromeaban constantemente el pasado lunes, antes de poner en escena su versión de Animal Farm (Rebelión en la granja), de Orwell. Daban la sensación de intrusismo en un tradicional colegio inglés donde los alumnos, cuando se encuentran a solas, no son tan rígidos, ni tan serios, ni tan británicos. También en ellos se ofrece la otra imagen cuando les asalta la preocupación de montar el espectáculo, el rigor de la profesionalidad que demuestran en sus trabajos, la tensión de presentar por primera vez en España una de sus obras de repertorio.

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Montaron la obra de Orwell el martes en Almagro y lo volverán a hacer mañana viernes en el Teatro de la Comedia de Madrid, dentro del Festival Internacional de Teatro Clásico de Madrid. Detrás de las diabluras de escolares entrados en años y algunos en carnes de los componentes del National Theatre, detrás de su responsabilidad de saberse una de las compañías teatrales más importantes del mundo, está el fantasma que hace que el National Theatre tenga que cambiar sus planes, tenga que cerrar uno de sus teatros, tenga que reformar sus proyectos: los recortes presupuestarios en materia de cultura del Gobierno de la señora Thatcher.Desde que en 1848 un editor londinense planteara la primera idea de crear un teatro nacional se dieron varios intentos sin éxito de llevarlo a cabo a lo largo del siglo XIX, y es sólo en 1949 cuando la ley para la creación de este proyecto es aprobada por el Parlamento británico. La construcción de la sede empieza en 1951, y hasta 1977 no comienzan a funcionar los tres teatros con que cuenta el National, inaugurados por la Reina un año antes. Toda una larga etapa en la que el National Theatre crecía a medida que sus necesidades iban en aumento. Sus últimos directores, Laurence Olivier y Peter Hall, responsable en la actualidad de la compañía, habían creado un pequeño imperio teatral sobre el que se volvían los ojos de todos los amantes del teatro.

Recortes conservadores

Hoy, Peter Hall, creador de la Royal Shakespeare Company, a la que dirigió hasta 1968, se enfrenta a problemas de índole económica que le obligan a cerrar el Lyttelton Theatre y a cambiar los planes y proyectos para las temporadas venideras. Los recortes financieros del actual Gobierno, que de forma especial han dañado a las instituciones culturales, han reducido al National sus teatros, sus compañías, sus directores, sus decorados.Cuando en tono de irónico humor se les pregunta si la Thatcher es responsable de la programación del National Theatre, contestan, con la prudencia contenida entre los dientes: "No influye en la programación, aunque nos hace cambiar el tamaño del trabajo, comprometemos ligeramente con la situación y cambiar nuestra política a largo plazo". Una política que en lo que concierne a programación se decide por consenso democrático, aunque Peter Hall tiene derecho a veto.

En el National Theatre se trabaja fundamentalmente un teatro de texto. Los propios actores comentan de Peter Hall que su genialidad radica de forma principal en la transmisión del texto, y el repertorio con que trabaja en la actualidad la compañía deja claramente traslucir el peso y la importancia que el National Theatre concede al autor. Junto con Hall hay 20 directores asociados que deciden cuáles van a ser estas obras así como las gira nacionales y extranjeras. En este momento las obras más destacadas que ofrecen en repertorio son La ópera de tres peniques, de Brecht; El jardin de los cerezos, de Chejov; Un coro de desaprobación, de Alan Ayckbourn; El auténtico inspector Hound, de Tom Stoppard; El inspector general, de Gogol; Coriolano, de Shakespeare; Martine, de Jean-Jacques Bernard; La duquesa de Malfi, de Webster, o Animal Farm (Rebelión en la granja), adaptación realizada por Peter Hall sobre la novela de George Orwell y éxito de la temporada pasada, con el que han acudido por primera vez a España.

En principio, la dirección del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro les pidió que acudieran a la edición del presente año con Macbeth, de Shakespeare, obra más indicada para las características del festival. La respuesta del National comunicando la imposibilidad de presentar Macbeth por estar en este momento sin representar desde hace años llegó tan tarde que César Oliva, director del festival de Almagro, optó por aceptar en su programación Animal Farm, antes que tener que prescindir de la presencia de esta compañía en nuestro país.

Máscara y texto

La gira la han hecho posible, junto con el festival de Almagro, el Instituto Nacional de Artes Escénicas y de la Música (INAEM), del Ministerio de Cultura, el Consejo Británico y una marca comercial, hecho este último que están poniendo de moda los asesores de empresas popularmente conocidas.Una vez presentado Animal Farm como clausura del VIII Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, acude a lo largo del fin de semana al Teatro de la Comedia a ofrecer esta obra, con la que Peter Hall sólo se atrevió a enfrentarse después de un trabajo previo con la tragedia griega La Orestiada.

Para el director británico, la máscara no está sólo en la cara, sino también en el texto, en la música, los decorados, el montaje, etcétera. La adaptación realizada no ha sufrido mutilaciones y en todo momento se ha tratado de que sólo fuera una adaptación teatral, sin cuestionar el trasfondo político que se presenta en la obra y sin tomar postura con respecto al planteamiento que Orwell manifestó en la novela, de la que se ha comentado que es una crítica realizada desde una personalidad izquierdista al régimen de la Unión Soviética.

Para la temporada próxima, Peter Hall tiene el proyecto de hacer dos nuevas tragedias griegas, lo que supondría el cierre de un ciclo que tenía previsto junto con las ya estrenadas La Orestiada y la adaptación teatral de Animal Farm.

También tiene previsto reabrir el Lyttelton Theatre, aunque sin personal técnico, y abordar una serie de nuevas obras escritas por dramaturgos británicos muy jóvenes.

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