Algo más que un conflicto económico

Los aspectos financieros no agotan, lógicamente, la problemática que ha conducido, en los últimos días, a lo que en los propios medios gubernamentales se conoce como una rebelión de las autonomías. El ministro de Administración Territorial, Félix Pons, que admite que el endeudamiento de las Comunidades Autónomas puede superar los 200.000 millones de pesetas (aunque la deuda autorizada tan solo sea de 115.000 millones) es el primero en saber que su Departamento no depende tan solo de las decisiones que puedan tomarse en Hacienda. Las reacciones suscitadas en el País Vasco y Cataluña por el proyecto de ley de Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado lo demuestran. Vascos y catalanes rechazaron tajantemente el proyecto, que, en el caso de Euskadi, cuestiona directamente el artículo 17 del Estatuto de Guernica, violando la composición y funciones de la junta mixta de Seguridad, según dicen medios próximos a Ajuria Enea y, en el caso catalán, deja prácticamente sin funciones a los mossos d'escuadra.

Ambas minorías nacionalistas confían en que el grupo socialista introduzca "sustanciales enmiendas" al proyecto. Los rectores del grupo parlamentario socialista recibirán indicaciones precisas en la reunión que celebrarán el próximo martes a puerta cerrada con José Barrionuevo, ministro del Interior.

Entretanto, queda toda una larga batalla dialéctica: "La ley de Cuerpos y Fuerzas puede ser en cualquier momento una buena munición para uno de los artículos de Arzallus en Deia", es el resumen de la situación efectuado por un alto cargo del Ministerio de Administración Territorial. Para el ministro Félix Pons "deducir de la primer lectura del proyecto de ley que está en peligro el Estatuto vasco, es extrapolar la realidad; queda aún toda una tramitación parlamentaria". Pons piensa que el Estatuto de Guernica tiene "todo el futuro" por delante, pese a los recientes ataques lanzados en su contra por Arzallus y, posteriormente, por el propio lehendakari Ardanza, quien, sin embargo, luego suavizó sus palabras. Unas palabras que "por las circunstancias y la forma en que fueron pronunciadas, no constituyen una amenaza", según Félix Pons.