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Las brigadas de rescate no han podido localizar todavía ninguno de los cuerpos de los mineros sepultados

Los equipos de rescate de los cuatro mineros sepultados desde el miércoles pasado en la mina Confiada III, una pequeña explotación de hulla situada en Tudela Veguín (Oviedo), continuaban sin localizar, a las siete de la tarde de ayer, los cuerpos de los trabajadores. Las brigadas de salvamento centraron ayer sus labores, dificultadas por la gran cantidad de carbón y escombros caída sobre las víctimas de este. siniestro, en la serie octava de la explotación, lugar en que se cree que puedan estar los cuerpos de algunas de las víctimas del accidente.

Entre tanto, hoy volvieron a registrarse paros parciales en ocho pozos de Hunosa, empresa pública que estuvo colapsada por la huelga el jueves y el viernes último, en señal de duelo por los trabajadores sepultados. Por otra parte, hoy llegará a Asturias una delegación de la Comisión Nacional de Seguridad Minera, órgano asesor de la Dirección General de Minas del Ministerio de Industria.Esta comisión ya había sido requerida por la Dirección regional de Minas a raíz del accidente ocurrido el pasado mes en el pozo Montsacro de Hunosa. Aunque, en principio, está previsto que visite en primer, lugar esta explotación no se descarta, sin embargo, que los cinco miembros de la comisión que se desplazan hoy al Principado, acudan también a interesarse por las tareas de rescate en la mina Confiada III.

La espera en el exterior de Confiada III, irónico nombre de la pequeña explotación en que ha ocurrido esta nueva catástrofe es larga, tensa y angustiosa. Familiares y amigos de las víctimas permanecen impasibles y resignados ante la bocamina, en espera de noticias sobre las labores de rescate. La preocupación y la rabia son patentes en todos los rostros, agotados ya por el cansancio. Cinco días después, de ocurrido el siniestro, la única preocupación de los familiares y allegados a estos mineros, que yacen bajo 2.000 toneladas de carbón y escombros a una distancia de casi un kilómetro del exterior, casi se reduce a que sean rescatados los cadáveres.

"Que termine la tensión"

Higinio Berjano, hermano de uno de los picadores sepultados, sintetizaba en la madrugada del pasado viernes la preocupación compartida por cuantos se concentran, apenas sin descanso, ante la angosta entrada de Confiada III: "Ya sabemos que están muertos, que no hay esperanza. Eso no tiene remedio, pero ahora lo que necesitamos es que nos los saquen fuera cuanto antes, para que termine de una vez esta tensión".

Las esposas de tres de los mineros enterrados -sólo uno de ellos estaba soltero- esperan también con resignada paciencia, en el botiquín instalado en las oficinas de le empresa propietaria de la explotación Confiada III, Carbones de Tudela de Veguín, casi al lado de la bocamina.

En contadas ocasiones, abandonan esta habitación para acercarse hasta la entrada de la mina, cuando se anuncia la salida de alguna de las brigadas de salvamento, que están en contacto permanente, a través de un teléfono interior, con el vigilante general de la explotación.

En medio de este dolor, se registran escenas de insolidaridad y cruel picaresca: durante las últimas noches, ha sido relativamente frecuente el robo de radiocasetes en los coches estacionados en las inmediaciones de la mina. Aún peor: a algunos de los miembros de la brigada de salvamento les ha desparecido, incluso, el dinero de los bolsillos de la ropa de calle que habían colgado en los vestuarios para participar en las tareas de salvamento.

Turnos de seis horas

A lo largo del día participan en las tareas de rescate 60 personas, en turno de seis horas, aproximadamente. Las brigadas de salvamento están integradas por técnicos de la empresa Hunosa, pero en las tareas de rescate participan también los propios compañeros de los mineros siniestrados. Algunos de ellos estuvieron muy cerca de la catástrofe y se salvaron del derrabe de carbón, apenas por unos segundos.

Desde el pasado miércoles, fecha en la que ocurrió el accidente, ha sido frecuente la visita de representantes políticos y sindicales a las instalaciones de Confiada III, aunque algunos familiares presentaban ayer cierto malestar porque a ninguno de estos líderes se les hubiera ocurrido ir a hablar directamente con ellos.

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