Gabinete de continuidad en Egipto tras el nombramiento de Lufti como primer ministro
El nuevo Gobierno de Egipto, que prestará juramento hoy, sábado, ante el presidente Hosni Mubarak, supone escasas novedades, al permanecer en sus cargos casi el 80% de los ministros del anterior Gabinete. Presentado el jueves a última hora de la tarde por el nuevo primer ministro, Alí Lufti, economista, de 49 años de edad, el Ejecutivo recién formado, de 33 miembros, sólo cuenta, en efecto, con siete nuevos ministros, que no desempeñan carteras relevantes.
No sólo los ministros de Defensa y Asuntos Exteriores, Abdel Halim Abu Ghazala y Esmat Abdel Meguid, respectivamente, permanecen en sus cargos, sino que también conservan sus puestos los titulares de Economía, Hacienda, Comercio Exterior, Industria, Petróleo, etcétera, a pesar de que la designación de Lufti al frente del Ejecutivo parecía presagiar una importante rectificación de la política económica que se había seguido hasta ahora.Algunos ministros, como los de Planificación y de Agricultura, Kamal Ahmed el Ganzouri y Yussef Amin Wali, respectivamente, incluso son ascendidos a viceprimeros ministros.
La limitada renovación de los miembros del Gabinete ha sorprendido a los observadores, con tanta mayor razón que el propio Lufti había prometido "inyectar sangre nueva" en el Gobierno, mientras su predecesor en el cargo, Kamal Hassan Alí, de 64 años de edad, se despidió anunciando que "dejaba paso a una nueva generación".
A Lufti, catedrático de Economía que fue ministro de Hacienda a finales de los años setenta, cuando el asesinado Anuar el Sadat estaba en el poder, Mubarak le encomendó el miércoles pasado el saneamiento de la economía, afectada por uma grave crisis, así como la reforma de la pletórica Administración egipcia, que cuenta con más de cuatro millones de funcionarios. Una de sus tareas prioritarias será la renegociación de la elevada deuda externa del país.
A juzgar por sus anteriores declaraciones, efectuadas cuando ejercía la presidencia del comité de asuntos económicos y financieros del Partido Nacional Demócrata, en el poder, el nuevo primer ministro, Lufti, es partidario de reducir drásticamente el presupuesto del Estado -especialmente, en lo referente a las subvenciones a los productos de primera necesidad, como el pan- y de incrementar el control fiscal para impedir la evasión de capitales.
Si el mantenimiento en sus puestos de la casi totalidad de los titulares de carteras económicas ha causado cierta extrañeza, la confirmación en sus cargos de los ministros de Defensa e Interior, Abu Ghazala y Ahmed Rushdy, ambos militares de profesión, era, en cambio, esperada. Mubarak y Lufti la han debido considerar necesaria porque Egipto atraviesa una etapa delicada tanto en el plano exterior, donde podría tener que hacer frente a acciones desestabilizadoras por parte de la bulliciosa Libia, como en el interior, donde el integrismo islámico está en pleno auge a pesar de la represión gubernamental.
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