Un coloquio
Hispanistas franceses organizaron en París un coloquio sobre este tema. En mayo de 1984 se reunieron en París una treintena de personas y discutieron un tema candente todavía en España, pero también con problemas delicados en otros países del occidente de Europa. En la mente de muchos europeístas está también, como una de las perspectivas abiertas, esa entidad histórica más o menos superviviente de la formación de los grandes Estados nacionales, de las patrias revolucionarias, que es lo que en España se llama "nacionalidad", con un concepto no tan impreciso, puesto que aparece en la Constitución de 1978 la identidad histórica calificada de nacional, y a veces, en los estatutos, de regional.En una ocasión, desde la seguridad de un Estado más eficiente y mejor organizado, como es Francia, vemos a uno de los organizadores lamentar lo que llama ambigüedades de nuestra Constitución, y dudar de la capacidad de España para crear un nuevo modelo político cuando decae o falla el "Estado-potencia" que fue el motor de la política europea hasta. 1914, y en menor grado hasta 1939, y que hoy se debate impotente ante las superpotencias. Mas, por un lado, en el coloquio que ahora leemos impreso se puede seguir la ya larga historia de los origenes de tantos sentimientos y resentimientos, de tantas frustraciones y desánimos resultantes de una historia como la de España desde Godoy a nuestros días, y por otro llegamos a ver en las últimas páginas cómo va funcionando en España el Estado que se llama de las autonomías.Un ilustre estudioso de España y de la antigua América española, Jacques Lafaye, organizador del coloquio, presenta las actas del mismo con la exposición preliminar que hizo. Las nacionalidades, que se convirtieron en los grandes motores políticos de la Europa occidental y oriental en los siglos XIX y XX, son fenómenos peculiares, no fáciles de entender en países distintos. En eso está la justificación del coloquio de París, que reúne los trabajos de pensadores políticos e historiadores españoles, franceses y de otros países, con estudios sobre cuestiones muy distintas sobre la nación española y sobre las nacionalidades y regiones históricas que reclaman su personalidad administrativa y política. También La.faye encuentra, en su exposición, "indeciso" al legislador constitucional de 1978, inspirado por la necesidad de lograr un compromiso impuesto por la resurrección de tendencias de la República ahogadas por el golpe franquista y sus duraderos efectos, en la que se operaba con conceptos ambiguos y realidades poco precisas. Pero eso permite a Lafaye dejar abierta la pregunta de hasta qué punto será federal el futuro de nuestro país, o logrará un nuevo tipo dinámico de unidad.
Las comunicaciones aportadas al coloquio fueron muy variadas, y no podemos referimos más que a algunas. Hay por de pronto un estudio documentado, en el que resalta que la crítica de la Restauración como gran fantasmagoría, como montaje escénico en el que el parlamentarismo funcionaba por el acuerdo- de los partidos, pero sin ciudadanía ni votos, la crítica que los jóvenes de mi tiempo leíamos en los discursos decisivos de Ortega y Gasset en su propaganda "al servicio de la República", viene de mucho antes, del despertar ciudadano y democrático, todavía conservador, propulsado por Prat de la Riba en Cataluña; en su excelente traba o Catalanismo y crisis del sistema de partidos en la Restauración presenta Gregori Mir Mayor los artículos que el creador de la Mancomunitat Prat de la Riba publicó en 1913 en La Veu de Catalunya. Nos damos cuenta en ellos de que es el simple desarrollo de Cataluña, convertida en una sociedad más, industrializada, el que no podía adaptarse al paso del caciquismo, el latifundismo y el funcionamiento ineficaz de un Estado que correspondía a una sociedad agraria más atrasada.
Junto a los estudios que se re fieren a la política de la realidad, tenemos otros sobre mundos pintorescos de fantasmagorías históricas. Así Carlos Seco Serrano presenta a un personaje catalán, un aventurero político, Tomás Beltrán y Soler, que des pués de haber tomado parte en la revolución de 1836 en Barcelona y de haber actuado como agita dor en Málaga, escribe una his toria de España con orientación catalanista, y en, el agitado añor de 1848 aparece en Perpiñán con el título, que él se da, de "presidente de la Diputación Provincial del Principado". En calidad de tal se acerca al pretendiente carlista Montemolín, Carlos VI, y le propone un programa político de cierta moderación y transigencia, en el que no se intentará la vuelta a los tiempos absolutistas. Beltrán y Soler sostenía que la Corona aragonesa, y especialmente Cataluña, habían "dictado al orbe" leyes perfectas. También entra en los dominios de lo pintoresco el tema recogido por Mariano Peset Reig, en el que busca ideas regionalistas valencianas en el abogado Aparisi y Guijarro, que profesó el carlismo ante la revolución de 1868, y en un presbítero, José Domingo Corbató, que después de haber tomado parte en la última guerra carlista, se distanció de Carlos VII por considerarlo contaminado de liberalismo.Quizá podemos considerar com , o centrales dos trabajos que siguen alde Lafaye en el volu men: el de Francec Mercadé so bre La cuestión de las nacionalida des y de las identidades, y el de Luis Díez del Corral sobre La es tructura de la Monarquía en Espa ña y sus consecuencias sobre el proceso autonómico. Mercadé examina como sociólogo los diversos matices de los nacionalismos en España, en es Pasa a la página 10
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pecial del catalán. En realidad, los sentimientos e ideas se presentan, en una encuesta de opiniones, en formas muy variables. La lengua es un elemento funda mental para catalanes y vascos, el "carácter nacional" también aparece muy importante, mientras que el concepto de raza participa del descrédito en que se hundió el racismo hitleriano. Los límites geográficos de la nacionalidad son también objeto de opiniones variables, como lo son también los márgenes políticos de autonomía que cada nacionalismo se señala. Díez del Corral, por su parte, examina en París, junto a la trádición política francesa, en la que "la conciencia nacional ha llegado a su colmo", los destinos distintos de las monarquías españolas medievales, unificadas -y el. autor español lo explica por las consideraciones de Maquiavelo-, no co mo consecuencia de un orden institucional como el que recibe ya de sus antecesores Luis XI de Francia, sino por obra de Fernando el Católico, que obra de modo "personal, hazañoso", casi como un principe italiano de la época, creador de un poder nuevo. Con este alejamiento de la mitología política de los Reyes Católicos, de la que tanto se ha abusado en los tiempos de ayer, Díez del Corral examinó la peculiar historia de España en los siglos XVI y siguientes, insistiendo en la destrucción política y social de España en los comienzos del siglo XIX, a consecuencia de la invasión napoleónica y el exilio de la familia real. Todo ello se refleja en ese resultado que es el actual Estado de las autonomías. Los ecos de la discusión se recogen en este libro, con muchas preguntas interesantes, al final de cada sesión. En la clausura del volumen se nos da una idormación estadística de lo. que M. Martínez Cuadrado llama en su trabajo "inestabilidad electoral" ' como consecuencia del contraste repetido de la distribución de votos en las elecciones generales y en las de ciertas autonomías. Desearíamos ver comentados los cuadros estadísticos, que al profano no le ofrecen todo lo necesario. Muy útil es la documentación sobre la jerarquía y, diríamos, pretensiones, de cada autonomía, desde las que se definen como nacionalidades a las que se proclaman regiones, reunida por Joan Prats i Català. Natión el nalionallés en Espagne (Nación y nacionalidades en España, Actes du colloque international organisé du 28 au 31 mars 1984, á Paris, par la Fondation Singer-Polignac. Editions de la Fondation Singer-Polignac. París, 1985.
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