Terrorífica corrida de Albaserrada
LUIS M. MORCILLO Los toros de Albaserrada lidiados ayer en Las Ventas, tenían la impresionante estampa y el terrorífico comportamiento de aquéllos que veían nuestros abuelos en los años veinte. Toros de lámina y poder, grandes arboladuras y peligro sordo, ese peligro que sólo ve el experto y que no llega al espectador novato.
El sexto mató un caballo, el tercero mandó a José Lara a la enfermería con una cornada, y todos derribaron, algunos con estrépito, como el primero y el quinto.
Para toros de este cariz, no deben exigirse nunca los 50 muletazos que las figuras dan al borrego. Algunos espectadores no parecieron entenderlo así, como los que chillaban a Sánchez Puerto porque no se paraba con el quinto. Este toro había embestido bien, aunque con cierta sosería, durante el primer tercio, pero ya pasó a la espera en banderillas y llegó gazapón a la muleta.
Plaza de las Ventas
Toros del marqués de Albaserrada, con trapío y poder, broncos. Sánchez Puerto: vuelta, aplausos, silencio. Luciano Núñez: silencio en los tres. José Lara resultó cogido por el tercero y sufre herida de 15 centímetros en la axila derecha, con destrozo del músculo dorsal, puntazo en la región lumbar y contusiones y erosiones múltiples de pronóstico reservado.
En los otros toros que mató estuvo Sánchez Puerto con detalles muy toreros y con seguridad y dominio de las situaciones. Era su segunda corrida de esta temporada y parecía que llevaba 40. En sus trasteos destacaron trincherazos y recortes, ya que el toreo ligado y profundo era imposible. Al segundo y al tercero los despachó de sendas estocadas muy bien ejecutadas, que tiraron a los toros sin puntilla. Si hubiera que señalar algún punto negativo, éste sería su errónea colocación en algún momento de la faena al tercero y el empeñarse en matar en la suerte natural al quinto, que no hacía nada por el torero en el momento del embroque y que en la suerte contraria le hubiera ayudado más.
José Lara, que repetía tras su éxito anterior, salió, como se suele decir, a por todas. Ya había lanceado con el capote a la espalda en, un quite en el segundo toro. Al intentar recibir al tercero de rodillas frente a toriles, el toro se le frenó y el torero, que se empeñó en aguantarlo de hinojos, resultó cogido de modo muy aparatoso y elevado a gran altura. La cogida no ha tenido las graves consecuencias que su aparatosidad parecía indicar.
Luciano Núñez, que confirmaba la alternativa, ha cumplido con decoro en trance tan difícil. Se dobló discretamente con el toro de su confirmación y lo intentó torear por el pitón izquierdo. Al final, el toro se apoderó de la situación y pasó de toreado a toreador. Sus otros dos enemigos no tenían un pase y decidió aliñarlos.
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