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Vilma Espín

Presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas, diputada y miembro del Consejo de Estado

Vilma Espín es marchosa, por cubana, y tiene fama de ser una mujer brillante. Nació en Santiago, y quizá venga de ahí su afición a hacer congas en las calles, "porque allí la descendencia de África se siente muy fuerte". Tiene cuatro hijos y dos nietos, y afirma que, aunque le encantaría ejercer su carrera de ingeniera química industrial, no se lo permite su trabajo político. Sólo ejerció como ingeniera cuatro años, cuando fue directora de Desarrollo Industrial del Ministerio de la Industria de Alimentación.

Lleva 25 años, desde que contribuyó a crearla, como presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas y es diputada, miembro del Consejo de Estado y miembro suplente del buró político del Partido Comunista de Cuba. Recientemente participó en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Mujer, en Nairobi al frente de la delegación de su país.Conoció a Raúl Castro en la guerra. Los dos eran combatientes, y Vilma Espín no cree que que decidiera casarse con él le haya proporcionado facilidades de ascenso político. A juzgar por lo que dice, en Cuba la institución del cuñadísimo no debe de encontrarse entre las herencias hispanas, de modo que ella no es a Fidel lo que Carlos Robles a Manuel Fraga, Serrano Suñer a Franco o Aurelio Delgado a Adolfo Suárez. A ella no la aúpió Fidel, asegura, "porque en Cuba no puede pasar eso. El pueblo me conoce desde antes, ya que fui dirigente clandestina en la provincia de Oriente y, en definitiva, he estado en los trabajos en que me ha puesto mi pueblo".

Cuando en la Conferencia de Nairobi se planteaba el dilema entre las mujeres que querían hablar de los problemas de los pueblos y las que pretendían entrar en temas específicamente femeninos y consideraban que las anteriores politizaban las discusiones, Vilma Espín no comprendía el debate. "No se dan cuenta de que política es todo: comer, vivir, la posibilidad de educarse, el que los hijos estudien y tengan un médico", opina. "La crisis económica actual del capitalismo", sigue, "aunque afecta con mayor fuerza a las mujeres de los países subdesarrollados, incide también en las de Europa y los Estados Unidos. A las primeras que afecta el desempleo es a las mujeres, y, en ocasiones, el hombre gana más que la mujer por el mismo trabajo, lo que nos resulta absurdo a quienes vivimos en Cuba. Por otra parte, ¿puede pensarse en que la mujer se promocione si no le interesa la política?"

Vilma Espín pinta tal panorama sobre el grado de participación de las mujeres de su país que resulta inevitable preguntarle si les queda nada por conquistar. "Estamos analizando aún la doble jornada (el que la mujer trabaje fuera del hogar y luego tenga sobre sí todos los quehaceres domésticos) y el que ella no enseñe a hacer cosas distintas al niño y a la niña". Sus tres hijas y su descendiente varón recibieron una educación igualitaria y no sexista, "porque son niños de Cuba", y añade espantada, cuando se le pregunta si existe violencia contra la mujer dentro del hogar: "¿Crees que una mujer en Cuba se va a dejar dar una galleta? La protege el Estado. En un país socialista va preso el que maltrate a una mujer, y las mujeres, además, no lo permiten".

No entra a considerar si es ella la que manda en su casa, lo cual no extrañaría en una primera aproximación. Y para dar ya totalmente la vuelta a la tortilla, afirma: "Si a veces se le ha dicho a Fidel que era un poco feminista, porque dice que las mujeres somos mejores que los hombres..."

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