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Los juegos de Gaddafi

Estudiar los movimientos de esta mezcla de maestro político y aprendiz de brujo que es el coronel Muarrimar el Gaddafi significa dibujar un enorme escenario de crisis que parte de las arenas del ex Sáhara español, pasa por zonas del África negra, trepa por Sudán al Próximo Oriente y concluye en la carnicería crónica que protagonizan Irán e Irak. La caída de Numeiri en Sudán y de Obote en Uganda, más la oleada de integrismo musulmán que agita a Egipto, se unen en un subterráneo hilo de desestabilización en el que el líder de la Yamahiria libia se mueve como pez en el agua. Pero hay más todavía. Mucho más.Gaddafi sabe que juega siempre con fuego y baila en la cuerda floja. Resulta extraordinario que haya podido sobrevivir en la tarea durante tantos años, sufriendo alguna que otra quemadura, pero también logrando mantenerse a flote. El coronel se ha convertido en un fantasma íntimo de los temores españoles al enlazar en una unión contra natura al rey Hassan II de Marruecos. Hassan, un político con baraka (buena suerte), trata ahora de cabalgar el tigre libio en beneficio propio. Una ardua fatiga, como se advierte en la convocatoria para,el miércoles 7 de una conferencia cumbre árabe que debe considerar el plan jordano-palestino de paz y la guerra entre Irán e Irak.

Cuando Hassan II anunció su decisión, como presidente de la Liga Árabe, de convocar la reunión, uno de los hechos políticos más importantes que puede haber producido con este gesto es precisamente el de poner en crisis su relación con Gaddafi.

Porque Libia y Marruecos están en las antípodas, tanto en la posición frente a la cuestión palestina como en el conflicto Irán-Irak. Si la unión política decretada pasa la prueba de la conferencia árabe, demostrará que los oportunismos del rey marroquí y del líder libio tienen un sóliámbito de encuentro, construido sobre bases programáticas que van más allá de las proclamaciones. ( ... )

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, 12 de agosto

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