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El Gobierno de Burundi expulsa a dos misioneros españoles

Dos misioneros asturianos, Alejandro Rodríguez y José Manuel Alvarez, han sido expulsados de la misión de Nitita, en Burundi (África central), por las autoridades de aquel país, por considerar que su labor evangélica distraía a los habitantes de sus ocupaciones. Los dos sacerdotes, que llevaban en esta diócesis cuatro años, recibieron el sábado una carta de las autoridades comunicándoles su expulsión porque "las misiones impiden la productividad de los campos, ya que la gente abandona los trabajos para irse a rezar", y se les dio 24 horas para abandonar el país. Los dos sacerdotes llegarán a España esta semana. Según el delegado de Misiones DiocesanaLuis Legazpi, esta expulsión pone en peligro la misión de Nitita, que sin los dos sacerdotes queda reducida a cuatro religiosas y un médico seglar.

Legazpi manifestó su extrañeza por el motivo que argumenta el Gobierno para justificar la expulsión, ya que el paro en este país africano afecta al 90% de la población. El Gobierno de la República de Burundi, presidido por Jean Baptiste Bagaza, no renueva desde hace tiempo los visados a algunos misioneros extranjeros. En los últimos meses, según fuentes eclesiásticas, al menos una centenar de religiosos se han visto obligados a abandonar el país.

El ministro del Interior de Burundi difundió una nota el pasado 12 de febrero dirigida a los gobernadores del país en la que recordaba a éstos la necesidad de que las misas sólo se celebrasen a partir del mediodía del sábado y hasta el domingo, y prohibía las reuniones de cualquier tipo fuera del fin de semana. La nota subrayaba también la necesidad de que los matrimonios se concertasen entre el cura y el alcalde, y prohibía las visitas a, domicilio a los enfermos -excepto para los casos en que fuera necesaria la extremaunción-. Según las mismas fuentes el incumplimiento de alguna de estas normas ha podido provocar la expulsión de los sacerdotes españoles y la reclusión en prisiones de varios sacerdotes nativos.

Por otra parte, según algunos misioneros que conocen el país estas medidas así como "la presión que ejerce el presidente Bagaza son para intentar disminuir la influencia de la Iglesia Católica en el país, y concretamente la de los misioneros". Las mismas fuentes calificaron la labor evangélica de éstos como "la única oposición que tiene Bagaza en su país". El presidente, que llegó al poder por un golpe de Estado militar en 1976, sé ha mostrado prudente con las medidas represivas hacia los misioneros extranjeros desde que. en 1979 una expulsión masiva de éstos le colocó en una "situación delicada con la Iglesia", según fuentes eclesiásticas.

Con respecto a las repercusiones de estos sucesos en la opinión pública, fuentes eclesiásticas consultadas son unánimes en la prudencia con la que deben tratarse las informaciones, ya que temen represalias del Gobierno contra los misioneros de sus órdenes. Abogando por la prudencia, un sacerdote declaró a este periódico que "la Prensa pone las palabras; Estados Unidos y Rusia, las armas; no queremos ser nosotros los que pongamos los muertos".

Desde que a primeros de siglo llegaron las primeras misiones a Burundi, un 65% de la población se ha convertido al cristianismo, y la mayor parte de las escuelas con las que cuenta el país están regentadas por misioneros extranjeros, que también han creado cooperativas en las que trabajan con los nativos del país. Un sacerdote representante de la mayor comunidad misionera que existe en Burundi, los Padres Blancos, declaró ayer que "la orden no tiene previsto, ningún tipo de resistencia a las medidas gubernamentales. Las consideramos providenciales, la comunidad cristiana está muy avanzada, nuestra misión está concluida", a la vez que se pregunta qué hará el Gobierno cuando todos los religiosos extranjeros se encuentren fuera del país, situación que puede producirse en dos o tres años, "para evitar la influencia de los obispos y sacerdotes nativos. A ellos no los pueden expulsar".

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