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La cárcel

Hace poco tiempo, la cárcel de Málaga se convirtió tristemente en noticia de primera plana, arrojando como último balance doloroso un muerto. Mientras duró el motín, todos los medios de comunicación se movilizaron para captar los perfiles de la situación. Se hicieron comentarios. Pero ya han pasado unos días y nadie se acuerda de ello.En la cárcel de Málaga todo sigue igual. Por fuera se oye el rumor constante de los millares de coches que se dirigen alegremente a Torremolinos, a Fuengirola, a Marbella, sin que se dignen siquiera dirigir una mirada a un edificio de piedra que bordean y en cuyo interior están encajonados centenares de seres humanos en condiciones absolutamente indignas. Los mismos funcionarios de la prisión son los primeros en lamentar los hechos y en reiterar constantemente a las instancias superiores la necesidad de reforma radical. Se dan respuestas, pero mientras tanto la miseria física y moral anida detrás de aquellos muros.

La Prensa local ha titulado así la noticia de los tristes acontecimientos del 13 de junio pasado: "La cárcel de Málaga, una de las más conflictivas". El propio director de la prisión declaró que la conflictividad y la tensión son ya normales en la cárcel malagueña y que suelen acrecentarse todos los años ante la proximidad del verano y de las Navidades. El primer funcionario de la prisión añadió que en un registro efectuado recientemente en la prisión se descubrieron alrededor de 40 armas blancas y objetos contundentes. Dijo también que el tráfico de drogas es casi habitual, ya que llega hasta los reclusos a través de las tapias de la cárcel, arrojada por familiares y amigos de los mismos que la lanzan en paquetes desde el exterior a los patios interiores, donde la recogen los destinatarios.

La causa fundamental de esta conflictividad la constituye el hacinamiento, ya que en departamentos de no más de 70 metros cuadrados hay hasta 50 reclusos, y en las celdas de protegidos viven hasta 30 personas con una zona de esparcimiento común de 10 metros cuadrados.

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De la nueva cárcel de Málaga se habla ya desde hace más de seis años. En enero pasado, el ministro de Justicia, Fernando Ledesma, en su visita a Málaga, declaró que las obras comenzarían en un plazo de tres meses. El plazo se ha cumplido y ni por asomo se vislumbra una solución a tan acuciante problema.

Por fuera todo sigue igual. El turismo continúa haciendo sus cuentas. La ocupación hotelera alcanza niveles bastante aceptables, mientras nadie se acuerda del que debería ser el primer hotel de la ciudad y de la costa: el lugar donde cumplen condena seres que no por ser culpables de algún delito han perdido el derecho a la dignidad humana.

Y tan no se ha perdido este derecho a la dignidad que cuando uno se adentra en ese mundo dantesco de la cárcel malagueña, es capaz incluso de coger flores tan bellas como esta poesía compuesta por un recluso y que él intitula Cárcel: "Lenta condena de muerte en vida, / pesadilla infrahumana, fatal despertar; / un infierno de cadáveres troceados; / encadenados se mueven en las sobras. / Cuando el sol brilla sobre los almenados, / cuando las niñas miran con miedo los muros,/ cuando las madres y compañeras rugen tristemente, / la cárcel pesa como volcán y martillea la mente. / Cuando los recuerdos son olvidos dolorosos, / cuando las manos sangran angustiosamente, / cuando las lágrimas lavan el alma hasta saciarla, / cuando las puertas suenan a castigo y te golpean, / la cárcel agrieta tu vida y resucita el suicidio. / Cuando el viento y la lluvia lloran por ti, / cuando te miras y no te encuentras, / cuando los cabellos emblanquecen por el dolor / y la soledad ahorca los sentidos, / la cárcel te mira poderosamente y te aplasta. / Cuando los silencios rompen los huesos, / cuando las miradas están vacías y se mueren, / cuando la vida pierde el sentido y el conocimiento, / cuando la paz es extrañamiento y espíritu, / la cárcel cumple su deber... DESTRUIR.

Después de esto, ¿con qué cara podremos los que aquí vivimos hacer la apología de esta ciertamente maravillosa Costa del Sol?

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