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La sombra de la tragedia de Oiz persigue a 148 familias

La figura del monte Oiz continúa proyectando, cinco meses después de la tragedia, la sombra de la desolación sobre las familias de las 148 personas ocupantes del Boeing 727 La Alhambra de Granada que perdieron la vida cuando sobrevolaban las proximidades de Bilbao. Mujeres jóvenes, de edades entre los 30 y los 40 años, ahora viudas, que se atiborran de calmantes, peregrinan con la mente en blanco por las consultas de los psicólogos sin decidirse a pasar la página negra del 19 de febrero último. Muchas se sienten profundamente desamparadas, pese al cerco amoroso de familiares y amigos.

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Abandonadas de las manos de las instituciones, casi todas reprochar a Iberia el silencio de estos meses y lanzan contra la compañía acusaciones fermentadas en el sufrimiento. Acusan a Iberia de condicionar el pago del seguro de pasaje, tres millones y medio de pesetas de indemnización, a la renuncia expresa de cualquier otra reclamación. Los abogados consideran que si se demuestra la existencia de responsabilidades por parte de Iberia en el accidente los seguros de esta compañía deberán pagar indemnizaciones muy superiores.La viuda de un ejecutivo bancario muerto en el monte Oiz, y los familiares de otras víctimas, aseguran no haber recibido una sola comunicación de la compañía para informarles de sus derechos a reclamar las indemnizaciones, interesarse por las situaciones económicas de las familias, comunicarles el desarrollo de las investigaciones o invitarles a que reconozcan y retiren los objetos de los fallecidos.

"Mis tres hijos y yo vivimos de los ahorros de mi marido mientrasesperamos la pensión de viudedad. Mire usted, me repugna el dinero de la indemnización porque me hace pensar que están pagándome así la vida de mi marido, pero voy a decirle que los seguros de Iberia se aprovechan de que las familias estamos deshechas, aturdidas todavía y sin capacidad de reaccionar. Siguen diciéndonos que el accidente fue cosa de la fatalidad, del destino, de la casualidad, y a mí eso me parece insultante. Cuando el abogado de la compañía me dijo que a mi marido se lo había llevado el destino, yo no pude evitar responderle que no tenía ganas de escuchar estupideces a esa hora de la mañana, y al día siguiente les puse una querella criminal. Cuento esto para que la gente sepa cómo funcionan las cosas en nuestro país, cómo existen antenas no registradas en los mapas civiles, cómo Iberia es una compañía tercermundista que por lo visto no tiene en cuenta los antecedentes y aptitudes de sus pilotos y que considera que sus accidentes son cosa del destino".

Al igual que la gran mayoría de los familiares, esta mujer ha rechazado la indemnización que le ofrece Iberia y propone que los abogados del centenar y medio de familias actúen de común acuerdo y sigan de cerca las investigaciones que se desarrollan para determinar las causas del accidente. El hermano de Antonio Redondo Rodríguez, empleado de Tubos Reunidos SA, cree que es necesario formar cuanto antes la asociación de familiares de las víctimas del monte Oiz. "Hasta ahora la familia hemos vivido como atontados por el sufrimiento mismo y por la urgencia de atender a mi cuñada, que se encuentra muy mal y no termina de encontrar fuerzas para rehacer suvida y sacar adelante a sus tres hijos. Ella está enferma, va a menudo a la casa nueva que acababan de comprar y que Antonio no ha llegado a disfrutar".

"Además", dice Juan María Redondo, "en el avión había diferentes clases sociales, aunque muchos ocupantes fueran ejecutivos y mandos intermedios de empresas, y esto siempre dificulta la unión.o la comunicación". El hermano de la víctima centra sus críticas en la falta de información que, a su juicio, ha caracterizado el comportamiento de la compañía desde el momento mismo del accidente. "Ni una palabra en este tiempo. Nos enteramos de que Iberia pagaba los traslados de los familiares y los féretros tres meses después. Nosotros", indica, "como casi todo el mundo, supimos del accidente por la radio, luego vino todo el confusionismo sobre el lugar a donde iban a llevar los cadáveres, y al final pudimos identificarlo a través de los objetos encontrados en la vaguada".

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María Ángeles del Hoyo, madre de Javier Díez del Hoyo, uno de los tres jóvenes que trabajaban para la empresa Wrangler, asegura que todos los familiares que ella conoce han rechazado la oferta del pago del seguro de pasajeros. "Vivimos en un compás de espera bien difícil, soy viuda y el único que trabajaba en casa era mi hijo, gracias a que la empresa se ha portado muy bien... Hemos superado ya los primeros momentos en que no nos enterábamos de nada y todo nos daba igual".

"Me pondría a fregar"

La viuda de un ejecutivo de Madrid que viajaba a Bilbao en la mañana del 19 de febrero no quiere hablar del dinero de la indemnización. "A mí no me sirve para nada. Me pondría a fregar muy a gusto las escaleras si me devolvieran a mi marido. No me lo creo todavía, no sé si mi cerebro podrá soportar esto y sacar adelante a mis dos hijos. La mayor está también fatal de los nervios y el más pequeño se pone nerviosillo cuando suena el timbre de la puerta y se tira al suelo diciendo 'papa, boom, boom' cuando oye pasar un avión. Nada puede consolarme. Tiene que hacerse la investigación, que sepamos cómo funciona Iberia y si hay pilotos que funcionan así. Teníamos la vida por delante y ahora me pregunto si merece la pena vivir".

También Chari, viuda del concejal de Euskadiko Ezkerra de Arrigorriaga Roberto Almandoz, mantiene contactos con otras mujeres de las víctimas del accidente. "Nos llamamos a menudo, intentamos consolarnos en la medida de lo posible". Al contrario que los familiares de Isidoro Declaux, consejero de Vidrieras Alavesas, Chari, madre de un niño, cree que en las horas que siguieron a la tragedia el desbarajuste y el confusionismo fueron superiores a lo que cabe admitir en toda situación de emergencia. Se lamenta de la falta de información y guarda un triste recuerdo del funeral oficial celebrado en la basílica de Begofía. "Fui allí a buscar, iba con lo único que tenía, y al final no lo encontré. Nos dimos cuenta demasiado tarde de que no era un funeral para nosotros".

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