Lo mejor lo hizo Juan Mora
Plaza de Las Ventas. 14 de julio.
Cuatro toros de Domínguez Camacho, flojos, de buen juego. Tercero de Sánchez Cobaleda, bravucón. Quinto de Campos Peña, manso.
Tinín: pitos; pitos. Juan Mora: un aviso y silencio; división. Luis Miguel Campano: división; división.
Pocas cosas de calidad se vieron en la corrida de ayer en Las Ventas, a pesar de que los toros no sacaron dificultades. De los tres matadores, sólo Juan Mora demostró buenas maneras y cierto gusto torero, y si no consiguió mejores resultados fue por el manejo deficiente del estoque, para cuyo uso se perfila fuera de cacho y se aleja de la recta en el momento de ir a clavar. La faena al quinto de la tarde tuvo un excelente comienzo, con un garboso salirse a los medios y un toreo largo y mandón con la derecha. Tras un desarme, la faena fue a menos, cuando el toro se refugió en el tercio y se quedó con la embestida corta. No obstante, el de Plasencia estuvo cerca y valiente, y terminó con ayudados por bajo de buena factura.En el segundo toro, Mora hizo una faena valiente, pero desigual y embarullada, falto de naturalidad y retorcido. Tuvo la ocasión en el quinto y la dejó escapar.
Tinín ha perdido las virtudes que le hicieron figura en la década de los cincuenta. Ahora es un torero falto de confianza, al que cuesta mucho estar en la cara del toro y que se acopla con ellos con dificultad. Desaprovechó la excelente embestida del primero, con un toreo lleno de vacilaciones, y estuvo algo mejor en el cuarto, al que toreó con aseo por la derecha, pero sin adelantarle la muleta en ningún momento. Faena sosota, muy en su línea de torero frío, y en la que buscó efectismos para la galería al final, yéndose al rabo y dando vueltas con el toro, cómodamente instalado tras los pitones.
Campano anda bien con los toros y tiene condiciones, pero no termina de despegar. Aprovechó bien al tercero, que se frenaba y revolvía cuando le daba los adentros, y en el sexto hizo una faena tranquila con la mano derecha, con buenos muletazos aislados. El de Madrid parece estar en un momento de transición, perdidos ya sus resabios ratoneros de su etapa novilleril y a punto de emprender una línea de torero seguro.
De las cuadrillas destacaron Juan Espejo con las banderillas y Curro Toledano en la brega del quinto, que huía de capotes y caballos hasta que lo fijó con eficaces capotazos por bajo. Los toros de Domínguez Camacho cumplieron bien con los caballos y fueron manejables con la muleta, pero todos tuvieron blandura de remos, hasta el punto de que hubo que devolver al corral al tercero, después del tercio de varas, ante la protesta de los aficionados.
Babelia
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