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La pena de muerte, tratamiento de choque contra la criminalidad en China

Las autoridades chinas siguen castigando severamente, muchas veces con la pena capital, los delitos de derecho común para contener el incremento de la criminalidad. El pasado 29 de junio, al menos 24 personas fueron ejecutadas en Xian (en la provincia de Sharixi, en el centro del país), después de una condena pública en un campo de fútbol, ante unas 10.000 personas. Turistas extranjeros fueron testigos excepcionales al ver el hecho desde un edificio cercano.

Aunque el escenario de la condena fue público para miles de chinos, sentados en las gradas del campo de fútbol, para dar ejemplo público del castigo, el diario local no recogió ni una sola línea sobre lo ocurrido. Sí aparecieron, en cambio, en algunas calles los clásicos edictos, que informaban de las ejecuciones y tenían una larga V roja como prueba de que éstas habían sido realizadas.No hay cifras oficiales del número de personas que anualmente son condenadas a la pena capital y ejecutadas en China. Los oficiales chinos son muy reacios a hablar del asunto, pero insisten en que la práctica recibe el apoyo popular y que es la única vía para dar ejemplo al pueblo y erradicar la criminalidad, incrementada estos últimos años, en un país donde el porcentaje de delitos criminales es uno de los más bajos del mundo -siete por cada 10.000 personas-.

El incremento de la delincuencia es atribuido a las malas costumbres burguesas de algunos jóvenes, entre cuya población abunda más el nivel de criminalidad.

Los procesos acostumbran a ser expeditivos y rápidos, según fuentes occidentales, y en China se corre el riesgo de ser ejecutado por crimen, robo o violación.

Desde el comedor para extranjeros del edificio número 2 del hotel del pueblo, de Xian, en la provincia de Shanxi, en el centro de China, se ve el campo de fútbol local. A las 8.30 de la mañana del 29 de junio el estadio se hallaba con mucha gente en las gradas. Daba la impresión de que se trataba de un partido de fútbol matinal.

'Visita turística'

A la mañana siguiente, 30 de junio durante el desayuno, entablo conversación con dos turistas italianos, uno de ellos periodista de un diario romano. "¿Viste ayer a los condenados a muerte en el estadio?" Al mirar por la ventana lateral, los turistas extranjeros vieron el campo de fútbol, desde el cuarto piso del anexo del hotel.Comenzaron a llegar decenas de militares que escoltaban a 24 personas, a las que situaron en tres filas en medio del campo de fútbol. Un pelotón de soldados dejó las ametralladoras en el suelo, formando una equis.

Cuando los turistas preguntaron al personal de servicio del hotel, que también presenciaba el espectáculo, qué pasaba, los camareros hicieron un gesto explícito que salvaba la barrera lingüística entre el chino y el italiano. Levantaron el brazo derecho y, con la mano extendida en forma de cuchillo, esceníficaron el acto de una ejecución. "¿Los 24?" Inclinaciones de cabeza confirmaron que todos, entre ellos una mujer, estaban condenados a muerte. Un juez se colocó ante los reos, que estaban atados con las manos atrás y con un cartel con el nombre y el castigo colgado del cuello, para leer las sentencias. Un militar filmaba la escena. Acabada la ceremonia, que duró una hora, entraron camiones militares en los que montaron condenados y soldados.

Los chinos del hotel explicaron a los atónitos turistas que los condenados a muerte iban a ser ejecutados de un tiro en la nuca en una instalación militar situada en las cercanías de Xian. La escena había sido contemplada por unas 10.000 personas, incluidas muchas familias con niños. Por azar de un retraso en el desayuno, también por cuatro testigos occidentales desde el cuarto piso del anexo 2 del hotel del pueblo.

Preguntados mis acompañantes chinos, la respuesta fue al principio evasiva. Insistieron en que se podría ejecutar a seis o siete, pero no a todos. "¿Publica el diario local la información?" No, ni una sola línea, en contradicción a un acto público, pero al mismo tiempo casi secreto. Sí, en cambio, había algunos carteles en las calles de Xian con las penas e historial de los ejecutados, junto al signo V, con cola alargada y en color rojo, de que la sentencia había sido cumplida.

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