La gran noche
El flamenco saltó este año por primera vez, en la ya larga historia del Festival Internacional de Música y Danza de Granada, a la programación oficial del mismo. Y lo hizo con todos los honores, en una noche rica en resultados artísticos, en el espléndido marco del palacio de Carlos V, abarrotado de un público atento, receptivo y respetuoso.Brilló el cante con luz propia. El granadino Luis Heredia El Polaco viene avalado por el más importante premio hoy existente, el de mejor cantaor absoluto, de la Peña La Platería. Atención a este cantaor, va a ser con seguridad importante. Demuestra ya una gran profesionalidad, un conocimiento muy preciso de los estilos. Por siguiriyas -con el dificil cambio del señor Manuel Molina- y por granaínas estuvo excelente. Miguel Ochando, otra joven estrella granadina ascendente, le hizo un acompañamiento sensible y expresivo.
34º Festival Internacional de Música y Danza
Noche de flamenco.Cante: Luis Heredia El Polaco, Naranjito de Triana, Fosforito. Toque: Miguel Ochando, Juan Carmona Habichuela, Paco Cepero. En concierto: Manolo Cano. Baile: El Güito, con Indio Gitano y José Maya al cante y Juan Salazar y Luis Carmona Habichuela al toque. Palacio de Carlos V. Granada, 29 de junio.
Naranjito de Triana y Juan Carmona Habichuela lograron uno de esos momentos casi raros en que cantaor y tocaor se compenetraron de manera ejemplar para ofrecernos lo mejor de su arte. Naranjito, en esa línea suya de aparente facilidad para hacer lo más dificil, alcanzó el rango de eminente por granaínas y media granaína y en un hermoso cante por soleá con la caña; los caracoles, en cambio, me parece que los barroquiza más de lo que ese estilo ya de por sí barroco exige. El mayor de los Habichuela le acompañó con su sobriedad habitual, economizando recursos expresivos para profundizar en un contenido de gran jondura flamenca.
Otra gran pareja formaron Fosforito y Cepero. El cantaor, con ganas, poniendo su gran corazón, se rompió peleando el cante, buscando los duendes, dándolo todo. Gran cante de un gran cantaor, que por tarantos llegó a lo que ya parecía imposible. Cepero hizo su toque brillante, pero sensible, que, sobre todo en las falsetas acariciadas, sin estridencias, logró emoción extraordinaria.
Hubo otra página de toque flamenco, sin cante, de rango notable. La de Manolo Cano, que es ya un clásico de la guitarra flamenca. Una vez más dejó constancia de su magisterio; a mí me gustó especialmente por Levante y por granaínas.
En el baile, el Güito hizo una de sus actuaciones convencionales, tirando a abreviar, sin mayores merecimientos. Quizá influyó en ello que el tablado del escenario no era el más adecuado para el baile.
Babelia
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