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Las autoridades portuguesas entregaron la medalla de oro de Lisboa a Tierno

El alcalde de Madrid, Enrique Tierno, no pudo reprimir ayer la emoción -"aunque procuro que no se trasluzca", explicó- al recibir la medalla de oro de Lisboa, que le convierte en ciudadano benemérito y le da derecho a votar y ser votado en la capital portuguesa. Tierno fue condecorado también, por sorpresa, con la gran cruz de la Orden de Christo, la máxima distinción que otorga Portugal a un extranjero. El presidente del Gobierno, Mario Soares, le entregó la distinción tras solicitar el beneplácito del presidente de la República, Ramalho Eanes, que presidió un almuerzo en honor del alcalde de Madrid.

Tierno, que olvidó su documentación para cruzar la frontera -"para mí, venir a Lisboa es como ir a Zaragoza", argumentó en la frontera- hizo en el Ayuntamiento de Lisboa, donde se desarrolló el acto, ayer por la mañana, un encendido elogio de las ciudades, que sólo propugnan la paz, dijo, frente a los políticos, que sólo quieren el poder, alusión que provocó la risa nerviosa del dimitido jefe de Gobierno, el socialista Mario Soares.Soares recordó sus conversaciones con Tierno -"cuando ambos países vivíamos bajo la dictadura", señaló- y la ayuda prestada por el alcalde de Madrid para esclarecer la muerte del dirigente opositor Humberto Delgado, asesinado en la frontera con España.

Antes, el alcalde de Lisboa, el conservador Nuno Kruss Abecassis, calificó a Tierno como "animador de la aproximación entre las ciudades" y "gran figura mundial", por su ética humanística.

Razón de Estado

Por su parte, Enrique Tierno, que viajaba por primera vez a otro país tras su operación quirúrgica del pasado mes de febrero, habló de los pueblos ibéricos e hizo una distinción clara entre el Estado y la ciudad. "El Estado", dijo, "tiene razón de Estado, por lo que muchas veces no puede ser justo, porque quiere el poder. Las ciudades", añadió, "tienen la razón de la ciudad, y su razón es la paz, la concordia"."El poder", continuó, "tiende a devorarse, a aislarse, pone algodones en sus oídos, mientras que la ciudad es signo de convivencia y de entendimiento".

El alcalde de Madrid adelantó la idea de promulgar una Carta Universal de Derechos del Vecino, "para que cualquier persona pueda participar activamente en las soluciones de la ciudad". "No tenemos límites en el sentido moral", aclaró, "porque queremos ser respetuosos, tolerantes y ajenos al fanatismo, al igual que estamos con el nacionalismo, que es la cuna y la semilla de la universalidad".

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Tras agradecer la concesión de la medalla de oro de Lisboa, "porque nace del corazón de los amigos", se refirió a la gran cruz de la Orden de Christo "como resonancia del nombre de Cristo, ya que es símbolo de amor y de paz".

El viejo profesor, al que recordó Soares "como el enseñante de muchos diplomáticos españoles que se reconocen sus discípulos", recibió como obsequio del alcalde lisboeta, Nuno Kruss Abecassis, la historia de Portugal, las obras completas del escritor Verissimo Serrao y tres estatuas de santos populares: San Antonio, San Juan y San Pedro.

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