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La 'cumbre' europea de Milán

España es favorable a una conferencia intergubernamental comunitaria y a colaborar en el proyecto Eureka

LUIS F. FIDALGO, La invitación realizada por el primer ministro italiano, Bettino Craxi, a su homólogo español, Felipe González, para participar en la cumbre de Milán no tiene ningún tipo de limitaciones. La propuesta formal para participar por primera vez en un Consejo Europeo se produjo en Madrid el mismo día de la firma del tratado de adhesión de España a las Comunidades Europeas. Según fuentes de la Moncloa, "el presidente no irá como simple espectador, pero tampoco con un protagonismo fuera de lugar". El propio Felipe González, en su conferencia de prensa celebrada el pasado día 13, había señalado que a Milán iría con humildad, con prudencia y sin intentar dar lecciones.

Para esta cumbre no hay agenda fijada de antemano, aunque sí existen varios temas abiertos, de particular importancia para el futuro a medio plazo de la Comunidad, y sobre los que, evidentemente, nuestro país deberá adoptar posiciones concretas.Sobre el proyecto político de unión europea, quizá el de más largo alcance entre todos los que se abordarán en esta cumbre italiana, la postura española es esencialmente expectante, aunque de claro apoyo a cualquier propuesta que permita superar los bloqueos que impiden avanzar a la Comunidad. Según palabras del propio Felipe González, España llegará tan lejos como sus socios quieran llegar.

En principio, el Gobierno español se muestra favorable a apoyar, en caso de que exista opinión mayoritaria en este sentido, una conferencia intergubernamental, tal y como se recoge en la propuesta realizada por el denominado Comité Dooge, presidido por el presidente del Parlamento irlandés, del mismo nombre. Según esta propuesta, esa conferencia intergubernamental debería celebrarse antes de fin de año con objeto de elaborar unos nuevos tratados que modifiquen el actual sistema de toma de decisiones que, tal y como se están utilizando, pueden paralizar el normal funcionamiento del Mercado Común. España está dispuesta a apoyar esta propuesta, pero siempre que se dé un mandato claro a los ministros de Asuntos Exteriores para que la convoquen y la lleven a la práctica. Por el momento, sólo la presidencia italiana de la CEE y los tres países del Benelux han manifestado claramente su apoyo a esta propuesta.

En caso de que no haya consenso en este sentido, el Gobierno que preside Felipe González se muestra favorable a apoyar una vía intermedia: que el Consejo Europeo otorgue un mandato a los ministros de Exteriores para que elaboren una propuesta formal sobre el informe Dooge y que la cumbre de Luxemburgo concrete estos apartados. En otro escalón se encuentran el Reino Unido apoyado por Dinamarca y Grecia, que desean institucionalizar la cooperación política, que existe de facto, pero no de iure, pero sin elaborar nuevos tratados.

Cooperación tecnológica

El proyecto Eureka, propuesta de colaboración eurocomunitaria en el campo de las altas tecnologías, está claramente apoyado por el presidente francés, François Mitterrand, y también será tema importante de discusión en Milán. La pasada semana, una delegación francesa visitó España para exponer los aspectos y posibilidades de este proyecto, en el que ya se ha comenzado a firmar acuerdos entre empresas europeas.

El presidente Felipe González manifestó en su reciente viaje a Holanda que era partidario de una cooperación europea en este terreno, aunque sin excluir la posibilidad de participar en otros sistemas. Entre estos otros, evidentemente, se encuentra la Iniciativa de Defensa Estratégica -conocida como guerra de las galaxias-, lanzada por la Administración Reagan. Esta es básicamente militar, con posibilidad de contratación o subcontratación con empresas civiles, mientras que el Eureka es eminentemente civil con potenciales aplicaciones militares.

Sobre la mesa de los jefes de Gobierno de los doce miembros de la CEE estarán, asimismo, los tres centenares de propuestas elaboradas por la Comisión Europea para intentar eliminar trabas y unificar el mercado interior comunitario e ir hacia un aún lejano mercado único. La búsqueda de una armonización fiscal, la homologación de normas y productos y la eliminación de las múltiples trabas técnicas que subsisten en la CEE están en la base de este proyecto.

Hasta ahora existía un primer calendario de medidas para avanzar en este sentido, que no ha sido cumplido. El objetivo trazado, sin embargo, apunta hacia 1992 como tope para poner en marcha toda esta compleja maquinaria. En este sentido, la consecución de un verdadero mercado interior favorecería los intereses españoles, según fuentes del Gobierno de Madrid.

El denominado informe Adonnino, referente a la Europa de los ciudadanos; la situación económica comunitaria, con especial referencia al desempleo, y otros temas colaterales, como precios de cereales, medio ambiente y un nutrido etcétera integran la agenda abierta de esta cumbre.

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