Los eclécticos de AMIPSA
Fue Maritxu Guler, la sibila de Ulia, la filósofa de los grimorios y exégeta de Jung, quien nos proporcionó la dirección de AMIPSA. Allí, en la calle Reina, a un paso de la Gran Vía madrileña, en el local social confortable, vagamente británico, impregnado de notas de Eric Satie, hablamos con Ángeles Solís, directora con dedicación plena de Amigos de la Parapsicología.A mitad de charla se nos agregaría Miguel Ángel, vallisoletano ecléctico que nos explicó cómo si uno se acerca a una planta con unas tijeras ocultas el detector Backster desplaza la aguja hacia mínimos, mientras que si se lleva una regadera lo hace hacia máximos. Aunque deducir de ello que el vegetal es inteligente "significa extarer conclusiones; yo sólo sé", dijo, "que la aguja realiza esos recorridos".
Ángeles Solís defraudó todos nuestros prejuicios al no parecerse en nada a las teósofas que Thomas Henry dibujara para las historias de Guillermo Brown. Es joven, sensata, segura de su discurso. Se distancia de todo cuanto entrañe charlatanería y esperpento mágico: un parapsicólogo no es un santón, aunque tampoco ha de ser forzosamente un intelectual. Adopta .ante la fenomenología el talante circunspecto que tanto nos ha sorprendido.
Arguye que "bastaría un solo -caso comprobado para que valiese la pena su estudici". En AMIPSA son estrictos en reducir lo parapsicológico a sucesos inexplicables en los que interviene, siempre, un ser humano (lo cual excluye, verbigratia, el fenómeno UFO); pero su tribuna está abierta a todos los demás, por tangenciales que resulten. "Tampoco faltan las tendencias: hay parapsicólogos positivistas y otros espiritualistas". El club AMIPSA no exige el pedigrí a quien quiera unírseles. Programan conferencias y viajes a lugares idóneos. Disponen de instrumental y funcionan por grupos de trabajo.
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