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La sucesión de pertini

Satisfacción general

Juan Arias

J. A., Democristianos, comunistas, socialistas..., todos declaraban ayer, tras la elección del nuevo presidente de la República Italiana, que habían vencido. Los democristianos no podían esperar ni desear más. Los comunistas están contentos porque, desde ayer, han vuelto a entrar en el juego político por la puerta grande del Quirinal, tras un período de derrotas y de aislamiento político. De hecho, pueden decir con justicia que ayer el democristiano Francesco Cossiga no hubiese sido elegido presidente de la República sin sus 283 votos.

"Más que contento estoy sereno y satisfecho", manifestó con cierta prudencia el secretario general de los comunistas, Alessandro Natta, a EL PAÍS. "Lo importante es que esta vez democristianos y comunistas hemos coincidido", agregó, "y espero que esta línea de conducta pueda seguirse frente a otros grandes problemas institucionales".

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También el presidente del Gobierno, el socialista Bettino Craxi, confesó su satisfacción porque había sido elegido un presidente "con un amplio consenso',' y porque Cossiga, subrayó, "será un buen presidente, ya que posee gran experiencia institucional".

Sin embargo, el vicesecretario socialista, Claudio Martelli, confesó a este diario: "Humanamente, no puedo negar que hoy es una jornada de una cierta melancolía", y explicó que con Cossiga se había acabado una gloriosa presidencia socialista de la República y que, además, no había sido elegido el candidato que hubiese deseado su partido. Por su parte, el ministro de Trabajo, el socialista Gianni de Michelis, explicó que lo importante ha sido dar a la opinión pública la imagen de un país que cambia. "Hoy no se hubiese soportado", dijo, "el espectáculo de otras ocasiones, de días enteros de intrigas y conjuras para elegir al presidente de la República".

Carlo Donat-Cattin, que había sido hasta el último momento el dirigente democristiano más reacio a aceptar a Cossiga, explicó que no se trataba de una preocupación por la persona del nuevo presidente, sino más bien por el método seguido por el secretario del partido, Ciriaco de Mita. "Existe el peligro", dijo, "de que con un presidente votado también por los comunistas se vuelva de nuevo a una política que no distingue entre mayoría y oposición y a la unidad nacional de los tiempos de Aldo Moro".

Éste es también, al parecer, el miedo que tenían los socialistas, que hubieran deseado como presidente a Arnaldo Forlani, vIcepresidente del Gobierno, y que sin ningún género de dudas es uno de los democristianos más opuestos a todo tipo de posible compromiso histórico entre la Democracia Cristiana y el Partido Comunista Italiano y más bien propenso a un encuentro estable entre democristianos y socialistas para ahora y para el futuro.

Mientras tanto, el presidente saliente, el socialista Sandro Pertini, invitó a su sucesor a cenar en un restaurante romano, y se considera probable que abandone su cargo una semana antes de lo previsto, a primeros de julio.

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