Las 'guerras comerciales' de EE UU y la CEE nacen en Asia
RAMÓN VILARÓ ENVIADO ESPECIAL, Enfrentados a guerras comerciales con Estados Unidos, el Mercado Común y los países asiáticos en especial, los japoneses continúan con un alto índice de crecimiento económico (con el 5% del PIB para el año en curso), mientras la inflación y el desempleo se mantienen en índices casi simbólicos, del orden del 2% al 4%, respectivamente, como previsiones para 1985.
Con una renta per cápita que roza los 10.000 dólares (13.000 en EE UU y 5.000 en España), los japoneses disfrutan de una saneada situación económica, en un país donde todo funciona de forma muy colectiva, con gran interrelación entre los poderes públicos y las empresas privadas, aunque la tendencia del Gobierno sea a privatizar los escasos sectores con participación pública.
En un país isleño poblado con 120 millones de habitantes, con escasos recursos en materias primas y alimentos, Japón ha construido su nuevo imperio económico sobre la base de una gran disciplina y dedicación al trabajo, acompañada de un fuerte desarrollo tecnológico, exportación a todos los rincones del globo y, recientemente, segundo banquero en el mercado internacional de capitales.
Para mantener lo que aquí se denomina un crecimiento estable, la Federación de Organizaciones Económicas de Japón, la potente Keidanren -equivalente a las agrupaciones de empresarios-, propone que el Gobierno japonés, que dirige el liberal Yasuhiro Nakasone, evite todo crecimiento del presupuesto público y que, para reducir las tensiones en las relaciones comerciales externas, utilice los fuertes recursos del ahorro japonés para estimular la demanda interior. Para evitar un crecimiento económico inflacionario, el Keidanren propone la realización de nuevos trabajos de infraestructura pública (carreteras, puertos) que mejoren las comunicaciones internas en Japón.
Con una balanza comercial que contabilizó un superávit de 17.000 millones de dólares en los últimos seis meses -hasta marzo de 1985-, Japón se ha convertido en el segundo centro financiero mundial, detrás de Estados Unidos, pasando a invertir su situación de país solicitante de créditos a país exportador de capitales, con 74.000 millones de dólares a finales de 1984, según datos del Ministerio de Finanzas. Actualmente hay cuatro bancos japoneses entre los 10 primeros del mundo.
Los japoneses, en un mercado libre para la circulación de capitales y divisas, se han convertido en los mejores inversores de capitales en Estados Unidos, gracias a su alta capacidad de ahorro y al atractivo de los altos tipos de interés en dólares.
A pesar de las peticiones de Estados Unidos y otros países industrializados para que la divisajaponesa, el yen, juegue un papel más representativo como moneda de reserva, las autoridades financieras de Tokio se resisten a competir con el dólar, con idéntico ímpetu que el dedicado a estimular sus exportaciones, inversión exterior y, a pesar de las anunciadas medidas de liberalización comercial, proteger su mercado interior. Con una exportación tradicionalmente basada en automóviles (30%), productos siderúrgicos (15%), barcos (8%), electrónica y ordenadores (10%, respectivamente), Japón ha conquistado casi sectores enteros de la economía estadounidense y europea gracias a una política de calidad-precio acompañada de una fuerte presencia e inversión japonesa en todo el mundo. Actualmente hay unas 4.600 delegaciones de empresas japonesas en el mundo, con unos 860.000 japoneses que velan por los 10.000 millones de dólares que se calcula tienen invertidos las empresas niponas en el exterior.
Fuertes inversiones
Segundo país del mundo, después de EE UU, con mayor inversión en investigación, Japón comienza a ser también exportador de productos de alta tecnología, como demuestra el interés norteamericano para la compra de sofisticados productos made in Japan para el desarrollo del programa de Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI) previsto en los esquemas del presidente Ronald Reagan para una guerra de las galaxias.
Orgullosos de su triunfo, en un país donde el 90% de los habitantes se considera de clase media, los japoneses fundan su éxito económico en las estructuras típicas de. Japón, donde una especie de feudalismo de las empresas -protectoras a vida de sus empleados- se mezcla con tecnologías de telecomunicaciones, informática o robótica orientadas hacia el siglo XXI, como demuestra la exposición internacional científica de Tsukuba.
A nivel laboral es habitual en Japón intentar ser el primero en llegar y el último en salir de la empresa. En cualquier caso, nunca antes que los jefes, para no ser mal visto. Lo cierto es que los japoneses trabajan entre 150 y 350 horas anuales más que los europeos o norteamericanos. El promedio de vacaciones es de una semana a 10 días y en muchos casos, como para los 13.000 empleados del célebre miti (Ministerio para el Comercio Internacional y la Industria), la dirección ha tenido que obligar a que sus empleados trabajen sólo cinco días a la semana y cumplan todos los días de vacaciones, en un claro gesto de ejemplo hacia el exterior en un momento de grandes críticas internacionales por la agresividad de los productos nipones en el comercio internacional.
Con unas organizaciones sindicales que desconocen las huelgas y cuya principal prioridad es el bien colectivo de la empresa, dos tercios de los trabajadores japoneses se declaran satisfechos de su trabajo, según las encuestas, y más del 50% declara preferir el trabajo al tiempo del ocio, a pesar de que ganan puntos entre los jóvenes, que empiezan a dar tanta importancia al tiempo libre como al trabajo. Pero de las 3.000 personas entrevistadas por el Centro de Desarrollo para el Bienestar de Tokio, tan sólo el 3,1 % consideró que prefería el tiempo libre al trabajo en esa sociedad de Japan, SA, cuya competitividad llega a todas partes y peligra de originar una seria guerra comercial.
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