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Crítica:FLAMENCO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Perico del Lunar y Juanele de Jerez y las esencias

Fueron éstas dos buenas veladas de cante con pretensiones antológicas que no se cumplieron, pues, como ocurre casi siempre los cantaores repitieron los estilos más frecuentados habitualmente: malagueñas, soleares, fandangos, etcéterá. . Hubo aspiración de no olvidar "otras formas marginadas de los circuitos comerciales y ya casi olvidadas", pero quedó una vez más incumplida.Pese a ello, oímos cante bien hecho por artistas dignos de atención. La primera velada fue de Morilla y el del Gastor, dos cantaores que se están afirmando en los ambientes flamencos de Madrid. El cante de Morilla es dulce, melodioso, quizá sin mucho poder para los tercios de dificultad, pero desarrollando los cantes con sentido de la medida y la ponderación; todo lo que hizo -soleares de los alfareros, malagueñas de la Peñaranda y del Canario con verdial, cantes mineros, la petenera, tonás- tuvo un tono medio digno y estimable. En cuanto al Niño del Gastor, dio también un excelente recital; es un cantaor éste al que perjudica la megafonía; en el auditorio del Ateneo, con una. acústica estupenda y sin ampliación de sonido, su voz nos llegó con más riqueza que cuando tiene un micrófono; cantó, además, muy bien, sobre todo por granaínas y por siguiriyas. A los dos les acompañó José María Pardo cuyo toque resultó algo plano.

Cantaores de hoy en los cantes de siempre

Cante: Mariano Morilla, Niño del Gastor, Juanele de Jerez, Agustín Fernándéz. Toque: José María Pardo, Perico del Lunar. Presentación: Manuel Ríos Ruiz. Organización: Fundación Banco Exterior.Ateneo de Madrid, 17 y 18 de junio.

La segunda velada registró dos actuaciones memorables: la de Juanele de Jerez al cante y la de Perico del Lunar a la guitarra. Los dos destaparon el tarro de las esencias y llevaron la emoción de lo jondo. Juanele es un aficionado integral, que vive el cante por el cante, con verdad y con pasión; todo lo que cantó en el Ateneo fue excelso, grandioso; las maireneras soleares de Charamusco, por ejemplo, ¡qué maravilla! Perico hizo su toque ensolerado, ese toque que se está. perdiendo pero que él conserva casi cómo una reliquia. Perico acompañó también, al mismo nivel de excelencia, a Agustín Fernández, quien no tuvo su mejor noche, salvo en las tonás finales. Ahí, en esos cantes sin guitarra, estuvo de manera impresionante toda la grandeza del cante.

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