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Varios presos de la cárcel de Málaga se amotinan con rehenes tras matar a tiros a un policía nacional

El policía nacional Manuel Donaire Barrionuevo, de 39 años, casado y con tres hijos, murió ayer al recibir tres tiros en la cabeza durante un motín en la cárcel de Málaga, que se mantenía a la hora de cerrar esta edición. Los amotinados, armados al menos con dos revólveres, tres pistolas y un subfusil ametrallador, retuvieron inicialmente como rehenes a dos guardias civiles, un policía nacional y tres funcionarios de la prisión. El gobernador civil de la provincia, Plácido Conde, negociaba personalmente con los presos, que son entre cuatro y ocho, según la versión oficial.

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A las siete de la tarde llegaron a Málaga 50 miembros de los Grupos Especiales Operativos de la Policía Nacional (GEO), procedentes de Guadalajara. La prisión está acordonada por la policía y la Guardia Civil que, entre el interior y alrededores, mantiene varios centenares de efectivos. El motín se inició a las 13.20, en el patio de la prisión, en el momento en que se realizaba una conducción al juzga do, concretamente a un ciudadano inglés detenido el día anterior en el aeropuerto malagueño, con 4,5 kilogramos de heroína, y otra al hospital civil. Con estos presos se encontraban dos policías nacionales y dos guardias, civiles.Según distintas versiones recogidas por este periódico -el gobernador civil rehusó hacer un re lato oficial de los hechos excusándose en la intervención judicial-, al aproximarse al patio el policía nacional Manuel Donaire observó gestos extraños y acercó su mano al arma reglamentaria, momento en el que un preso, armado con una pistola, le disparó tres tiros a bocajarro, que le alcanzaron en la cabeza. Inmediatamente, éste y otros reclusos, utilizando la pistola y armas blancas, lograron reducir a los dos guardias civiles y al otro policía nacional, arrebatándoles sus armas reglamentarias. El policía nacional muerto era el cabo jefe de la conducción.

Distintos funcionarios de la prisión malagueña aseguraron que, aunque participan algunos reclusos más, son tres los cabecillas del motín, concretamente Manuel Ramos, otro apellidado Ortiz Jiménez y un tercero apodado el Vasco, considerados como muy peligrosos y con largas condenas por cumplir, "por lo que nada tienen que perder, hagan lo que hagan".

Los amotinados se refugiaron con los rehenes al final de una galería, desde donde dominan la situación perfectamente y es imposible el acceso. Después de iniciado el motín, pasaron más de tres horas sin que comenzara la negociación. En ese tiempo se vivieron los momentos de mayor tensión, especialmente con la llegada de familiares, como el caso de la esposa del policía nacional que conducía el furgón y otro miembro del equipo, a los que hubo que suministrar tranquilizantes.

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El gobernador organiza

Mientras tanto, el gobernador civil organizó un fuerte despliegue policial tanto en el interior como en los alrededores de la prisión. En las galerías entraron tiradores de elite con fusiles de mira telescópica y chalecos antibalas. Después de más de una hora en el interior para conocer la situación de los amotinados abandonaron el edificio.

Pasadas las 16.30 se produjo el primer contacto con los amotinados a través de un funcionario del centro, aunque luego intervino directamente el gobernador civil. En un breve contacto con los periodistas, a las 18.00, Plácido Conde se negó a informar sobre las exigencias de los amotinados y aseguró que la mayoría de los reclusos se mantiene al margen del conflicto. "Esa posibilidad es la única que parece descartada con casi toda seguridad. Por lo demás, desgraciadamente, la situación continúa igual y seguimos dialogando". Sobre la posible intervención de los geo el gobernador dijo que "en estos casos hay que tener todas las armas en la mano y utilizarlas conforme evolucionen las circunstancias. A mí no me gustaría tenerlas que utilizar todas".

A última hora de la noche los reclusos amotinados liberaron a dos de los funcionarios que habían tomado como rehenes. Uno de ellos comenzó a actuar a partir de entonces como intermediario de los presos sublevados. En la madrugada de hoy el ambiente era de gran tensión en las inmediaciones de la prisión malagueña. Numerosos familiares de reclusos estaban concentrados en el lugar para seguir el desarrollo de los acontecimientos. Algunas de estas personas reclamaban que les diesen alimentos a los internos.

Alrededor de las 0.30 de hoy, viernes, llegaron a la prisión malagueña el subsecretario de Justicia, Liborio Hierro, y el director general de Instituciones Penitenciarias, Juan José Martínez Zato. Ambos fueron increpados por los funcionarios, que momentos antes habían iniciado un encierro para protestar por las condiciones en que se desarrolla su trabajo, con gritos de ¡Dimisión, dimisión!

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