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Reportaje:'ROCK' EN LA PLAYA

'El telegrama' deja paso al 'after punk'

Los jóvenes rockeros españoles se reúnen para salvar de las cenizas el más viejo concurso de la música popular

Gabriela Cañas

ENVIADA ESPECIALLos tiempos han cambiado. El festival de Benidorm se venía abajo y había que adaptarse. Esta noche se celebra la gran final. En 1958 triunfaba aquí Monna Bell con El telegrama. Hoy, sin embargo, lucharán por el premio un duro grupo de after punk, una banda rockera y un conjunto de nueva ola.

Las guitarras eléctricas y la percusión de batería atronaron en la plaza de toros la noche del viernes. Fue un sonoro anuncio de lo que a partir de ahora va a ser el festival de Benidorm, organizado por Radiocadena. Era la prefinal de esta 25ª edición, que se enfrenta con críticas adversas que claman por el festival de toda la vida y con la indiferencia de la gran parte de los ciudadanos.

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La plaza de toros conoció un semilleno en el concierto del viernes. El Ayuntamiento, en vista de los desoladores resultados de entrada obtenidos el jueves con la Muestra de la Canción Popular Española, había repartido previamente invitaciones en colegios e institutos. Fue gente muy joven, que aguantó hasta el final, cuando el grupo estrella de la noche, La Unión, daba sus últimos acordes. Los tres grupos seleccionados, que volverán a actuar esta noche antes de que aparezca en el escenario el británico Joe Cocker, son Círculo Vicioso, Alphaville y Seguridad Social.

"Idiosincrasia del 'rock'"

Círculo Vicioso es un grupo sevillano de rock que todavía no ha grabado ningún disco. Sus cinco miembros han pertenecido anteriormente a otras formaciones, como Triana, Brigada Ligera o Semen Up. Alphaville, de Madrid, es el grupo más veterano que se ha presentado en Benidorm. Formado a finales de 1980, se podría inscribir dentro de la llamada nueva ola y ya ha grabado siete discos pequeños, como El desprecio o De máscaras y enigmas. Seguridad Social, de la Comunidad Valenciana, es un grupo after punk que salió a la prefinal como favorito.En manos de grupos como éstos está ahora la misión de conservar el nombre y la fama del festival de Benidorm. Es sólo un problema de adaptación y de publicidad. En esta ciudad, que, pese a su escaso censo, nunca tiene menos de 100.000 habitantes, hay muchos jubilados en invierno. Cuenta con 36.000 plazas hoteleras, 5.000 plazas de camping, más de 700 bares y 200 restaurantes. El Ayuntamiento, que dispone de 17 técnicos de turismo, quiere mantener una variada oferta de actividades para el ocio.

Benidorm aloja en su seno hasta 51 discotecas, algunas de ellas verdaderamente mastodánticas. El rock, como en todas partes, es un masivo artículo de consumo. Los rockeros que hasta aquí han llegado, sin embargo, se sienten un poco fuera de lugar. El primer día, dos grupos participantes fueron expulsados de un hotel: los catalanes Aurelio y Los Vagabundos y los valencianos Seguridad Social organizaron una fiesta en las habitaciones, y los responsables del hotel amenazaron con llamar a la policía. Al día siguiente los pusieron de patitas en la calle y ahora se alojan en un hotel todavía no inaugurado, un edificio que solamente está ocupado por ellos. Los rockeros hacen bromas sobre el asunto -"al fin y al cabo no tiramos a ningún botones por la ventana"-, pero los organizadores se asustaron un poco al principio. Benidorm disfruta de un turismo masivamente familiar y no es ciudad acostumbrada a las excentricidades de los modernos. El manager les dijo: "Es que ustedes no comprenden la idiosincrasia del rock", comenta divertido Aurelio, el de Los Vagabundos.

Los chicos están contentos. Sobre todo los que han quedado clasificados para la final de hoy. Aurelio y Los Vagabundos fueron eliminados, como los vascos Nahico, los murcianos Todos y la Chica y los gallegos Aerolíneas Federales. Los cuatro grupos sólo han obtenido la posibilidad de actuar y pasar dos días aquí. Ayer tuvieron que volver a casa. Los demás están encantados. "¿Con el tercer premio? Sólo ganar el tercero es demasiado", decía un componente de Círculo Vicioso. El caché más alto de este grupo es de 150.000 pesetas, mientras que la Sirenita de Bronce de este festival va acompañada de un premio en metálico de 250.000 pesetas. Llevarse el millón de pesetas, ese kilo que adorna la Sirenita de Oro, compensa los nervios y el trabajo realizado hasta llegar aquí.

Los participantes confian además en la repercusión del certamen. "El problema es que no sabemos hasta qué punto va a trascender lo que pase aquí", dice el saxo de Círculo Vicioso. "Pero yo creo que de llegar a la final depende el que este verano tengamos trabajo o no". En el Ayuntamiento tienen la certeza de que la repercusión es siempre incierta. Incluso en pleno boom del festival, en aquellos años sesenta raphaeleros, hubo ediciones en las que las casas de discos dieron la espalda al ganador. Los organizadores del festival manifiestan con ardor su tendencia a huir de la industria discográfica.

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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