La economía
Leo con algún retraso que en opinión del ministro de Economía tanto 1985 como 1986 serán años "muy difíciles". Debe de ser ésta la enésima vez que un ministro de Economía español se expresa así, y en consecuencia supongo que les ha de parecer bien declarar estas cosas. Si el bienio es efectivamente dificil no podrá argüirse que no se había advertido, y si no lo es no podrá decirse que no se ha trabajado para remediarlo. Es, pues, una táctica agradecida.Desde lustros no venimos recibiendo los españoles una satisfacción por parte de la economía. Habrá alguna lívida luz coyuntural, pero la atmósfera económica que han generado los gobernantes es la representación de una penitencia que recurrentemente cae en los llamados apretones de cinturón, ajustes inevitables y tiempos dificiles. No sé cómo, con esta doliente actitud en que parece complacerse la oratoria oficial, se espera que la demanda del consumidor aumente o,que las inversiones empresariales se animen. Más que un departamento de política económica ese ministerio se ha comportado largamente como una oscura fuente de punición y lamentaciones.
Llegué a Estados Unidos en el otoño de 1984 hablando de crisis. ¿Qué crisis? Me miraban con tal asombro que pronto entendí la diferencia. Ciertamente habían cosechado datos que sustentaban su optimismo, pero a la vez, con toda probabilidad, esos datos no eran ajenos a una fuerte -y previa- ración de optimismo.
Cuando en España se anuncia que en televisión aparecerá el ministro o el presidente del Gobierno para hablar de economía ya hay que temerse lo peor. Seguro que vendrán para reprendernos, repartir cifras tristes y augurar tiempos tanto o más duros. La depresión macroeconómica es también, y de modo importante, la depresión de los sujetos de la economía, y en esto último le corresponde una parte a esa constante aflicción que las autoridades oficiales nos inculcan. Mala política la que olvida la psicología de los gobernados. Ni los seleccionadores nacionales de fútbol, con una realidad no necesariamente mejor, se han dedicado a deprimirnos tanto.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
Últimas noticias
Lo más visto
- Uno de los promotores de la señal V-16 de tráfico: “Es duro oír el testimonio de víctimas que han sufrido amputaciones al poner los triángulos”
- Más de 40 congresistas demócratas piden por carta a Trump que cese en sus “intentos de socavar la democracia en Brasil”
- Cae una organización que enviaba camiones cargados de cocaína desde Marbella hasta varios países europeos
- La policía registra varios domicilios y las oficinas de la ministra francesa Rachida Dati por otro presunto caso de corrupción
- Jornada política del 20 de diciembre de 2025 | El PP suaviza su discurso sobre “pucherazo” en Extremadura y felicita a la Guardia Civil




























































