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La 'guerra de los campamentos' de Beirut ha aislado a Siria y fortalecido a Yasir Arafat

Dos semanas de combates en los campamentos de refugiados palestinos del sur de Beirut han provocado una serie de sorprendentes cambios de alianzas en el mundo árabe, acentuando el aislamiento de Siria y fortaleciendo al líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Yasir Arafat, que se ha reconciliado con uno de sus más acérrimos enemigos, el coronel libio Muammar el Gaddafi.

Esta mejora de relaciones entre la resistencia palestina y Libia quedó puesta de relieve por la petición cursada ayer a Gaddafi, en nombre del Comité Central de Al Fatah, principal grupo integrante de la OLP, por el dirigente palestino Abu Iyad, pidiéndole que intervenga para "restaurar la unidad nacional palestina", es decir, que medie entre disidentes y leales a Arafat, según informó la agencia de prensa libia Jana.Hace tan sólo seis meses el mismo Abu Iyad acusaba a Gaddafi en entrevistas a la Prensa egipcia de haber intentado asesinar a Arafat en Túnez, pero ahora el máximo dirigente palestino, que ha mantenido conversaciones telefónicas con el líder libio, califica de "loable" su actitud ante la batalla de los campamentos, olvidándose de que la artillería libia bombardeó, en el otoño de 1983, otros campamentos situados al norte de la ciudad libanesa de Trípoli.

Tras denunciar el compló de la milicia shií Amal contra los palestinos, el turbulento coronel libio justifica, a su vez, la línea moderada de su ex adversario preguntándose "sí de verdad se ha equivocado al intentar crear un Estado sobre cualquier trozo de territorio palestino, ya que se perpetran matanzas de sus conciudadanos en todos los lugares" del mundo árabe. Gaddafi, que. no ha criticado todavía explícitamente a su aliada Siria por alentar a Amal a acabar con los partidarios de Arafat en los campamentos, ha permitido también que se celebren en Trípoli y Bengazi manifestaciones de protesta contra las matanzas perpetradas por la milicia shií en los suburbios meridionales de la capital libanesa.

Desde que en agosto de 1978 el imam Mussa Sadr, líder espiritual de la comunidad shií de Líbano, desapareció misteriosamente al término de una visita a Libia, el régimen de Trípoli mantiene un grave contencioso con Amal.

Cuando, por ejemplo, el diplomático libio Farag Omar Majyun fue asesinado en enero en Roma, las autoridades libias no dudaron en achacar la responsabilidad del atentado a "grupos palestinos leales a Arafat" junto con el "ministro de Estado para el sur de Líbano", Nabili Berri, que, además de su cartera ministerial, desempeña la jefatura del movimiento shií Amal. Más grave que sus desavenencias con Libia es, para el movimiento confesional encabezado por Berri, la condena de su comportamiento formulada en Beirut por la eínbajada de Irán, la única república islámica shií del mundo, que en un comunicado publicado ayer por la Prensa libanesa le insta a "cambiar sus métodos y dejar de derramar sangre".

Por no poder ser atendidos a tiempo, 15 civiles palestinos -entre ellos, 12 niños- fallecieron en el campamento de Sabra a causa de un brote de cólera, según señalaron ayer fuentes leales y opuestas a Arafat y confirmó con matices la radio oficial libanesa.

La precaria tregua vigente desde hace 48 horas permitió ayer a la Cruz Roja rescatar 40 cadáveres y otros tantos heridos del campamento de Sabra, mientras otros 29 heridos eran evacuados del de Burj el Barajne. El último resultado oficial de la guerra de los campamentos asciende a 502 muertos y 2.055 heridos.

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