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ARANJUEZ

Excelente corrida de Hernández Plá

Ahora que se dice por ahí que se recupera la casta del toro, ha llegado a Aranjuez Juan Antonio Hernández Tabernilla para demostrar que los de su hierro la tienen sobrada. Los seis toros que ayer se lidiaron en la plaza ribereña ofrecieron un magnífico y variado comportamiento, hasta el punto de que ninguno se pareció al anterior, lo que dio variedad e interés a la lidia.El primero fue muy noble y dócil para el torero, aunque acusó falta de fuerzas. El segundo embistió con ligero cabeceo y no se entregó por el pitón izquierdo. El tercero, que fue cambiado tras un picotazo y una vara, embistió muy bien durante la lidia, si bien tendió a irse a tablas al final. Se le dio una generosa vuelta al ruedo. El cuarto, tomó un larguísimo puyazo, muy entregado y se fue arriba en banderillas. El quinto fue un toro excelente. Le dieron tres puyazos y sólo en el tercero se quitó el palo. Pese al castigo, Regó con fuerza y embestida a la muleta. El sexto fue un toro flojo pero noble. Ninguno dobló las manos.

Plaza de Aranjuez

30 de mayo.Toros de Hernández Plá, muy bien presentados, de excelente juego. José Mari Manzanares: dos orejas; silencio. Ortega Cano: silencio; dos orejas. Espartaco: dos orejas y rabo; vuelta a hombros.

Los toreros se enfrentaron con variada fortuna, dentro de su estilo, a las condiciones de los toros. Manzanares hizo una faena fácil y desigual al primero, en lo que lo mejor fueron los últimos muletazos. Le faltó acoplamiento en el cuarto, que no tenía muchos pases y los pocos que tenía no se los dio por falta de decisión.

Ortega Cano ha sido el torero entregado que estamos viendo esta temporada. Banderilleó a sus toros con su acostumbrada sobriedad y clasicismo. La faena a su primero tuvo mando en los derechazos, que ligó muy bien, con la mano muy baja. El toro no le admitió el toreo con la zurda y él se lo quitó de en medio de cuatro pinchazos y tres descabellos.

Al quinto lo toreó muy bien de capa, sobre todo en unos lances en el centro del ruedo, muy quieto, con los pies juntos y las manos muy bajas. Lo aguantó bien al principio, hasta hacerse con él, pero su labor quedó por debajo de la bondad del toro. Sólo al final, con unos excelentes ayudados por alto y un recorte, demostró su torería; la estocada fue muy buena.

Espartaco se metió en el bolsillo a los espectadores con su toreo espectacular y teatral, en el que abundaron los desplantes y los muletazos de rodillas, que fueron, sin duda, los que movieron a pedir el rabo como premio a su primera faena. En el sexto, que embistió con nobleza, repitió la faena, si bien con menos gestos y aspavientos. El mal uso del estoque le privó de redondear su triunfo.

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