El príncipe Federico de Dinamarca,
heredero de la corona, acaba de cumplir 17 años, pero sus deseos de disponer de piso de soltero están sufriendo considerables retrasos. Según la legislación danesa, el príncipe tendrá derecho a independizarse y a vivir en una residencia propia cuando cumpla los 18 años, pero la Comisión de Finanzas del Parlamento (Folketing) se está tomando el asunto con cierta parsimonia y aun no ha concedido los 15 millones de coronas (cerca de 228 millones de pesetas) necesarios para hacer habitable uno de los palacios del complejo de Amalienborg, destinado al joven heredero. Amalienborg, situado en el centro de Copenhague, es la residencia oficial de la reina Margarita II, su madre, por lo que el príncipe no tendría que trasladarse demasiado lejos del calor familiar. Pero el palacete que se le ha asignado, de estilo neoclásico, lleva 50 años vacío y, según la solicitud elevada por el Ministerio de la Vivienda, requiere nuevas instalaciones sanitarias y eléctricas, así como escaleras y sistema de" aislamiento, es decir, "una remodelación interior completa".
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