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La policía de barrio ocupa su jornada en regular el tráfico, repartir papeles y escuchar las quejas de los comerciantes

Hace un año, Emilio García Horcajo, teniente de alcalde del Ayuntamiento de Madrid, anunció, con la frase "en esta ocasión va en serio", la puesta en marcha por segunda vez de la llamada policía de barrio, parejas de Policía Municipal que patrullarían a pie. Según la presentó el Ayuntamiento de Madrid, la principal tarea de la policía de barrio sería la prevención y represión de la delincuencia menor. En realidad, la mayoría de los 600 agentes destinados en este servicio se dedica a regular el tráfico, repartir documentos, hacer certificados de convivencia y escuchar las quejas de los comerciantes.

El de ayer fue, según sus propias palabras, "un día muy liado" para los policías municipales J. V. O., de 40 años, y L. J. M., de 27. Desde hace un año, los dos agentes patrullan juntos por la zona de Ópera de lunes a viernes. Su jornada laboral de ayer comenzó a las siete de la mañana, en las dependencias de la Junta Municipal del distrito Centro, en la plaza Mayor, y terminó a las tres de la tarde en el mismo lugar.La primera tarea de los agentes fue regular el tráfico en el cruce del Puente de Segovia con la calle de Virgen del Puerto. Allí estuvieron desde poco antes de las ocho hasta cerca de las diez. No hubo colisiones, pero sí, como todos los días laborables, una difícilmente gobernable riada de automóviles procedentes de Leganés, Parla, y otros municipios del sur de Madrid. Eran las tropas de trabajadores que afluían a la capital.

La mayor parte del resto de la jornada de los dos policías de barrio estuvo ocupada por lo que el mayor de ellos llama "colocación de la documentación". Antes de abandonar la plaza Mayor habían recibido unos 40 papeles destinados a vecinos del cuadrilátero comprendido entre la plaza de España, Gran Vía, calle de Bailén y Ópera. Eran notificaciones de juzgados y de la Seguridad Social, licencias municipales de obras y de apertura de establecimientos, llamadas a filas y otros encargos militares.

Por las calles de Leganitos, del Reloj, Costanilla de los Ángeles y de Santo Domingo iban los dos hombres uniformados de azul, pistolas del nueve corto y porras al cinto, sin walkie-talkies. No paraban de subir y bajar escaleras, tocar timbres y decir: "Señor, señora, le traemos esto".

En un par de ocasiones, las entradas a inmuebles tuvieron otro objetivo: indagaciones para certificados de convivencia, solicitados en un caso por una empresa de seguros y en otro, por la Seguridad Social. Los policías no llamaban entonces al timbre de los interesados, porque "estas gestiones han de hacerse con discreción", sino al de la portera o una vecina, y decían: "Disculpe que le moleste señora. ¿Sabe usted si fulano vive con mengana?". "¿Quiénes, los del cuarto derecha? ¿Es qué se han metido en algún lío?". "No, señora, es por un dinero que tienen que cobrar".

No todo el mundo coopera de buen grado con los agentes, el más joven de los cuales explica el hecho porque "en este país se conoce más al jugador de futbol Michel que a Rousseau. No se lee y mucha gente carece de educación cívica". Y añade que está harto de escuchar dos frases: "No sabe usted con quien está hablando" y "niño, pórtate bien, que llamo al guardia".

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En su patrullar, los dos policías municipales inspeccionaron ayer cuatro comercios en obras y visitaron dos casas particulares cuyos moradores se quejaban de fuertes olores a gas, de origen desconocido. En una ocasión se cruzaron con una pareja de Policía Nacional. Y es que, desde el pasado diciembre, unos 1.800 agentes de este cuerpo de seguridad estatal patrullan a pie o en moto por Madrid, en el marco de un plan del Ministerio del Interior. Sin embarlo, los dos hombres de azul de Opera no han llegado a trabar conocimiento con ninguno de los uniformados de marrón, porque éstos últimos "cambian mucho, es raro que la misma pareja esté una semana seguida por la misma zona".

Ayer no, pero en alguna que otra ocasión en los últimos 12 meses los dos policías municipales, según cuentan, han detenido a delincuentes que daban un tirón o asaltaban a punta de navaja. Pero nunca han empleado sus armas de fuego, jamás han efectuado un disparo fuera de las prácticas de tiro. Y eso porque el Ayuntamiento de Madrid ha dado instrucciones expresas de que sus agentes sólo utilicen el arma en caso de grave peligro físico. Los agentes de ópera asumen como propia la consigna. "Mire, sólo con sacar la defensa es suficiente en muchos casos para imponer la autoridad", dice el joven. "Perdón, ¿qué defensa?" "La porra, hombre".

A las 14.15 horas los policías municipales dejan de repartir papeles y de entrar en comercios y regresan a la plaza Mayor, no sin antes poner siete multas a otros tantos coches aparcados en una acera de la calle Fomento.

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