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Las enfáticas disquisiciones del realismo pesimista

La actitud que ha adoptado la bolsa después de la semana marcada por el largo puente del Primero y 2 de Mayo ha defraudado a aquellos que confiaban en un repunte del mercado al amparo del tirón protagonizado por Barcelona, Bilbao y Valencia el pasado jueves, y el tímido intento de Madrid, en este mismo sentido, en la última jornada de la pasada semana.La ganancia de dos centésimas en el índice general ha terminado dando la razón a los más escépticos, a aquellos que consideraban que aún no se habían creado las condiciones necesarias que deben permitir un verdadero saneamiento de la bolsa y que las elevaciones registradas en la pasada semana solamente respondían a los intentos puramente especulativos de los pocos operadores que habían renunciado a sus vacaciones en aras del negocio.

El resultado es el que se había previsto, en el sentido de que ayer se hicieron intentos para vender beneficiándose de las leves mejoras en las cotizaciones de días atrás. Pero casi nadie entró a ese trapo.

Ciertamente se ha publicado que el tema de los intercambios de activos entre las compañías eléctricas estaba a punto de concluir. Pero esa afirmación ya se ha repetido varias veces, y aquí, si alguien no lo remedia, terminará ocurriendo igual que en la fábula del lobo: que cuando llegue realemnte nadie se lo creerá. Por ello, no es de extrañar que los valores eléctricos hayan sido el corro que más ha sufrido ayer la presión del papel, aunque en verdad éste continúa brillando por su asusencia.

El volumen de contratación del pasado lunes se situó en 925,5 millones de pesetas, y este lunes las cifras deben de haberse situado en cotas muy similares, ya que la actividad ha sido mínima.

De esta manera los intentos de vender por parte de los que han forzado los cambios hacia arriba en la semana semifestiva no han resultado fáciles, porque tampoco el dinero estaba dispuesto a aceptar el juego.

Pocos han olvidado que existe un fuerte volumen de acciones adquiridas a altos precios en los dos primeros meses del año y que ya están requemados en manos de los inversores. En cuanto se creen las condiciones necesarias para que los cambios terminen repuntando, esa bola de papel aflorará al mercado. Ése es un riesgo a no perder de vista.

Mientras tanto, también parece que hay pocos inversores dispuestos a desprenderse de estos títulos con una segura y fuerte pérdida. Así las cosas, la apatía debe continuar siendo la nota dominante en la bolsa.

La incertidumbre eléctrica, las realizaciones de beneficios que viene sufriendo. Telefónica hace más de una decena de sesiones consecutivas -y que son mal contenidas después de toda clase de apoyos por parte de la propia sociedad- y el alejamiento de los inversores respecto a los valores bancarios, en buena parte originado por el nuevo sistema de contratación, perfectamente asumido por los siete grandes y que hace que estos valores repitan cambios día tras día como una eterna letanía, no permiten augurar nada menor ni nada nuevo.

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