El convenio de FASA-Renault sigue bloqueado, tras cinco meses de negociaciones
Las conversaciones para la firma del convenio colectivo de FASA-Renault, que afecta a 23.000 trabajadores de Valladolid, Palencia, Sevilla y Madrid, siguen en un punto muerto. Tras cinco meses de contactos, una decisión de la Dirección General de Empleo y un referéndum, la plantilla comienza a acusar a las centrales sindicales de anteponer su propia estrategia a los intereses del colectivo.
Parte de la culpa recae en la escasa capacidad de maniobra de la comisión negociadora de los trabajadores, integrada por una sopa de letras donde hay seis centrales: CC OO, UGT (ambas con cuatro miembros), Confederación de Trabajadores Independientes (CTI), Confederación General de Cuadros (CGC), Candidatura Dependiente de Asamblea (CDA) y CNT, todas con uno.Otra parte la tiene una oferta patronal, donde se mezclan elementos propios de un convenio con otras medidas (plan de bajas voluntarias incentivadas y expedientes de regulación de jornada), que parecen reclamar negociaciones paralelas. El resto cabe achacárselo a las centrales que se han mostrado incapaces de mantener una postura conjunta y se han dividido en dos bloques claramente enfrentados en el plano estratégico: UGT y CGC por un lado, y CC OO, CDA, CTI y CNT -aunque ésta al final se ha retirado de la comisión-, por otro.
Todas ellas aceptan los elementos intrínsecos de¡ convenio: dos años de vigencia; aumento del 7% para 1985 y del ciento por ciento del IPC para 1986; reducción de casi 50 horas entre los dos años, con lo que en 1986 se trabajarían 1.787,70 horas, y compromiso de la empresa de no presentar en este período planes de despidos forzosos. Las diferencias estriban en el punto ocho de la oferta: FASA vincula su propuesta a que los trabajadores den un informe favorable a un posible expediente de regulación de jornada para 1986. UGT y CGC aceptan este punto, pero las demás lo rechazan y quieren sacarlo fuera del convenio.
La falta de cohesión de las fuerzas sociales se puso de manifiesto días atrás cuando se convocó un referéndum para que los trabajadores se pronunciaran sobre la oferta sin incluir el condicionante citado. Pocas horas antes de la consulta, todas las demás centrales acusaron a CC OO de tergiversar la pregunta, se retiraron de la organización del referéndum y pidieron a los trabajadores que no votasen. A las urnas sólo acudió un 20,6% de la plantilla.
El dato podía haber supuesto un avance en las conversaciones o algún cambio en la postura de las centrales, pero no fue así. El pasado viernes, CC OO, CTI y CDA volvieron a pedir a la empresa que retirase el condicionante, y FASA se negó argumentando que el polémico punto ocho es uno más de los incluidos en el convenio. Ahora la única esperanza de encontrar una salida se halla depositada en la reunión del próximo martes, en la que CC OO dará respuesta a una petición de UGT: aceptar el punto ocho pero solicitar a la em presa garantías de que los afectados por el expediente de regulación de jornada en 1986 cobrarán el ciento por ciento de su salario real y de que el tiempo de regula ción se le considere como trabajado a efectos de antigüedad. Si esta reunión fracasa hay pocas posibilidades de que el convenio se firme sin una salida traumática o sin la desunión fuerte de las centrales.
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