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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La marginación de los republicanos

En el número de ese periódico correspondiente al sábado 27 de abril publicaban ustedes una carta de don Francisco Cuberos, de Murcia, a quien no tengo el honor de conocer, a pesar de ser él y yo republicanos, y de haber sido yo presidente de Acción Republicana Democrática Española.Respecto del contenido de la carta del señor Cuberos me parece oportuno añadir algunas precisiones.

1. No se nos autorizó -a los republicanos- a concurrir a las elecciones de 1977. Persona autorizadísima del Gobierno de Arias Navarro nos había advertido, oficial y solemnemente, que, si no quitábamos la R de Republicana de la denominación del partido, éste no sería legalizado. Tal indicación se hizo, en entrevista personal con el entonces presidente, don Francisco Giral, y el siempre presidente, esté donde esté, don Régulo Martínez.

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2. No hace falta un análisis exhaustivo de la situación para comprender que en 1977 las candidaturas republicanas eran, cuando menos, una incógnita, porque podían arrastrar muchos votos y dar como resultado una importante minoría en el Parlamento. No se quiso correr el riesgo, y la famosa democracia se quedó sin saber si la opción republicana podía o no aspirar a algo.

3. No hay que echarle sólo la culpa al Gobierno de Arias Navarro, porque a éste sucedió el del señor Suárez, y las cosas continuaron igual, ya que ARDE no fue legalizado hasta agosto de 1977.

4. Sería injusto olvidar que los llamados partidos de izquierda no demostraron el menor interés, y de ello soy testigo de la mayor excepción, por el reconocimiento y la legalización de ARDE. No es aventurado pensar que los votos republicarios engrosaron otras listas. No hace falta decir cuáles fueron las más beneficiadas.

5. Justamente, por estos antecedentes, dimití, por segunda vez, de la presidencia de ARDE, después de las elecciones de 1982, porque tenía la sensación de que la opinión del partido tenía cierta proclividad a pensar que los triunfadores de 1982 iban a favorecer una cierta libertad de movimiento de los republicanos en cuanto a comparecencias públicas y políticas de propaganda, que no a otra cosa. Dimití, y los hechos me dieron la, razón, porque en las inmediatas elecciones municipales, en 1983, comparecíamos los republicanos en Segorbe (Castellón) con candidatura encabezada por el que había sido alcalde, salido de las urnas en 1979. El resultado fue que, a pesar de que tuvimos más concqjales que AP y el PSOE por separado, uno más que cada una de las minorías, perdimos la alcaldía porque -ya se puede suponer-, aunque parezca inconcebible, se pusieron de acuerdo y nombraron los concejales de ambos partidos un alcalde del PSOE. Sin comentarios.-

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