Los Gobiernos de España y Portugal consideran satisfactorio el principio de acuerdo concluido ayer en Lisboa
El acuerdo de principio concluido en la madrugada del martes en Lisboa por los ministros de Asuntos Exteriores de España y Portugal, Fernando Morán y Jaime Gama, respectivamente, ha resuelto el principal problema aún pendiente para la conclusión definitiva de las negociaciones de Bruselas."Satisfactorio", "equilibrado" y "suficiente" para el ministro español de Asuntos Exteriores, el contenido de los acuerdos de Lisboa era descrito como "muy positivo" y de "importancia histórica" por su colega portugués, Jaime Gama.
Las dos delegaciones forcejearon durante todo el día y el bloqueo fue resuelto, cerca de la medianoche, por iniciativa de España, que presentó una última propuesta global, que sería aceptada por la parte portuguesa sobre las tres de la madrugada. Después de la retirada de los ministros, las negociaciones prosiguieron aún entre técnicos de los dos ministerios de Comercio, para concluir la cuantificación de los acuerdos aduaneros, ultimados sobre las siete de la mañana.
La parte portuguesa tiene razones evidentes para mostrarse satisfecha, ya que alcanzó importantes cesiones en materia de pesca, con la consagración de la renuncia de España a la casi totalidad de sus derechos históricos sobre las aguas portuguesas, pero también en el tema aduanero, con la apertura del mercado español a las exportaciones portuguesas a un ritmo ligeramente superior al que fue negociado entre España y los diez.
Dificultades negociadoras
En estas condiciones, "el talento y el mérito consiste en haber logrado un acuerdo" que permitirá a los barcos españoles volver a faenar, antes del fin del presente año, en las aguas portuguesas, que les estaban prohibidas desde enero de 1983.
El acuerdo alcanzado, aún pendiente de la ratificación de Madrid y de Bruselas, significa una importante reducción de la capacidad pesquera española en aguas portuguesas en relación a 1982, último año de vigencia efectiva de los tratados y convenios bilaterales, pero según Fernando Morán "cubre de forma aceptable las necesidades de la flota española".
Dentro de la zona económica exclusiva (entre las 12 y las 200 millas) Portugal elevó el número de licencias para barcos españoles desde las 80 inicialmente propuestas hasta 111, de las cuales 90 son para el palangre y 21 (17 más 4) para el arrastre. Portugal otorgó también 10 licencias para el cerco en la zona de las seis a las 12 millas, licencias que deberán estar incluidas en los acuerdos fronterizos, que serán negociados posteriormente con la participación de las autoridades centrales, regionales y locales de ambos lados de las fronteras del Guadiana y del Miño.
Claramente aperturista, el acuerdo consagra la atribución a España del mismo tratamiento dado a los países miembros de la CEE; o sea, la supresión de todas las barreras arancelarias con excepción de los productos acerca de los cuales Portugal mantiene también restricciones a las importaciones de la CEE.
España aplicará a Portugal a partir de la adhesión el mismo tratamiento que le dan los diez.
A partir de las bases negociadas para 1986 los cupos de importación irán creciendo a un ritmo superior en dos puntos porcentuales al año al establecido entre Portugal y la CEE hasta 1990, en que quedarán reducidos a un techo, para alcanzarse la plena liberalización de los intercambios en 1991. De la lista española de productos sensibles que proteger constan, entre los industriales, algunos textiles, manufacturados de corcho y productos petroquímicos; y entre los agrícolas, las conservas de sardinas y el concentrado de tomate, aún en negociación en Bruselas.
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