Que Europa tome el relevo
La economía mundial necesita un nuevo motor ante la ralentización de la actividad de Estados Unidos
La economía occidental se encuentra en un momento particularmente decisivo. Mientras Estados Unidos ve cómo su actividad interna se enfría después de un crecimiento de características históricas en los últimos 18 meses, las naciones europeas hacen frente a fuertes presiones para que tomen el relevo para la recuperación mundial. Pero para ello son necesarias medidas expansionistas de estímulo de la demanda que algunas naciones se resisten a adoptar.
Mariano Rubio la describe como la teoría de la compensación, y Miguel Boyer, como la del relevo. Ambos términos apuntan hacia el mismo fenómeno y reflejan una seria preocupación de numerosos países, especialmente los menos desarrollados, sobre lo que va a suceder este año si la economía norteamericana ralentiza su espectacular crecimiento de los dos últimos ejercicios.La teoría de la compensación o del relevo, como se la quiera llamar, se basa en el principio de que, una vez confirmado el enfriamiento de la economía norteamericana (el PNB sólo creció un 1,3% en el primer trimestre, frente al 6,8% en 1984), tendrán que ser las naciones europeas las que deben arrastrar el carro de la recuperación. Se trataría de garantizar que el crecimiento sostenido de la economía mundial durante los próximos años que, aparte de impedir que el nivel del paro crezca en los países industrializados, permita a las naciones en desarrollo afrontar sus problemas y corregir sus dificultades de pago de deuda exterior.
Rebajar los impuestos
El tema será posiblemente el primero en la agenda de la cumbre que las siete naciones más industrializadas del mundo occidental (EE UU, Japón, RFA, Reino Unido, Francia, Canadá e Italia) celebren en Bonn a partir del 2 de mayo. La posible institucionalización de un programa de estímulo coordinado en las economías europeas, por medio de un recorte generalizado de la presión fiscal, es propiciado por Estados Unidos, que, en otras palabras, trataría de sumar a los europeos a los beneficios de la reaganomies.Las reuniones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y del Fondo Monetario Internacional (FMI), celebradas durante estas dos últimas semanas en París y Washington, han dedicado buena parte de sus debates a la posibilidad de adoptar esta estrategia.
Los análisis de los dos organismos son básicamente coincidentes, y lo más destacable de los mismos es que algunas de sus previsiones, sin ser pesimistas, ya recogen una modesta reducción de las expectativas de crecimiento en Occidente sobre las que, en el caso del FMI, ya presentó el pasado septiembre. Así, el Economies outlock del FMI publicado esta semana rebaja algunas décimas (del 3,4 al 3,1) el crecimiento previsto para el conjunto de las naciones industriales en 1985. Esta disminución de las expectativas es consecuencia de la evolución en curso de la economía en Estados Unidos, que pasará de un aumento de su producto del 6,8% el pasado año a otro estimado en el 3,4% en 1985. Por el contrario, el mismo informe señala que Europa puede aumentar moderadamente sus perspectivas de crecimiento y pasar de un incremento de su actividad del 2,5% el pasado septiembre al 3,2% en el informe de abril.
Pero el grave problema continúa siendo las naciones en desarrollo. Después de crecimientos prácticamente nulos en los últimos tres años, según el informe del FMI, que coincide con el de la OCDE, la situación de los países en desarrollo mejoró sustancialmente durante el año pasado, cuando en su conjunto registraron aumentos de su actividad del orden del 3,7%. Para 1985, la estimación pasa al 4%, aunque ambos informes advierten que sería conveniente que este incremento del producto nacional bruto (PNB) fuera incluso superior, de forma que su situación real no se viera empeorada, especialmente en relación a sus obligaciones de pago ante las naciones acreedoras.
El secretario del Tesoro norteamericano, James A. Baker, planteó formalmente la teoría del relevo en la reunión de la OCDE en París. Según su. punto de vista, el mundo en desarrollo mejoró objetivamente su situación en 1984, especialmente por el efecto succión que realizó la economía norteamericana, que, gracias a su recuperación, adquirió casi el 50% de los productos conocidos en el mundo en desarrollo. En 1985, sin embargo, el fuerte déficit exterior estadounidense y la prevista disminución del valor del dólar hará que este efecto se reduzca considerablemente y que, como mucho, la contribución norteamericana al comercio mundial no llegue al 30%.
De estos datos, el representante norteamericano sacaba obviamente sus propias conclusiones y, en consecuencia, le servían para patrocinar su ansiada conferencia multilateral contra el proteccionismo. Pero su razonamiento puede ser perfectamente válido si se piensa que si EE UU cierra sus fronteras ante la necesidad imperante de corregir el desequilibrio exterior, que supera los 100.000 millones de dólares, numerosos países verían sus economías directa y negativamente afectadas.
El peligro proteccionista
Para algunos, los efectos de un proteccionismo a ultranza en los países con tasas de crecimiento aceptables sólo tendrían repercusiones graves en la esfera interna (aumento del paro, tensiones sociales, etcétera), pero para otros las consecuencias serían imprevisibles a todos los niveles: dificultad de hacer frente a sus pagos exteriores, programas adicionales de ajuste, renegociaciones de deuda y nuevas amenazas de convertir sus dificultades en un choque del sistema financiero mundial.Estados Unidos ha tratado de convencer a Francia de la necesidad de afrontar una política deflacionista de estímulo. El francés Pierre Bérégovoy ha apoyado en público la iniciativa de adoptar políticas expansionistas, pero ha señalado que éstas están reservadas exclusivamente a países como Japón, Reino Unido y República Federal de Alemania, que han conseguido dominar ya las tensiones inflacionistas en sus economías.
Bérégovoy ha insistido en que Francia mantendrá su postura de austeridad. Pero la idea ha recibido ya, por parte de los organismos internacionales, una elaboración técnica precisa y se han realizado sugerencias muy atractivas de cómo instrumentarla.
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