Los sangrientos acontecimientos de Beirut, golpe de mano de Damasco contra Yasir Arafat
La noche de los cuchillos largos entre milicias libanesas acaecida entre el martes y el miércoles pasados rebasa el marco de Líbano. Es un auténtico golpe propiciado por Siria, a través de intermediarios, a su viejo enemigo Yasir Arafat, líder de la Organización para la Liberación de Palestina. El Comité Ejecutivo de la OLP, reunido en Bagdad (Irak) -la capital árabe de peores relaciones con Damasco-, no tiene dudas sobre el alcance de los sucesos de Beirut. Sin culpar directamente a Siria, la OLP asegura que los recientes combates forman parte de un plan "criminal de EE UU e Israel para eliminar a los palestinos de Líbano".
Arafat, que se esfuerza por mantener una cierta autonomía de la resistencia frente a los Estados árabes, fue expulsado de Siria en junio de 1983 y seis meses más tarde, sus adversarios palestinos, respaldados por tropas sirias, consiguieron echarle de su último reducto en Líbano, la ciudad septentrional de Trípoli.Los violentos enfrentamientos armados de la noche del martes al miércoles constituyeron concretamente, opinan medios políticos, un intento de erradicar de la capital libanesa cualquier presencia armada palestina leal a la actual dirección de la OLP, al mismo tiempo que suponen una tentativa de restablecer algo de orden imponiendo la hegemonía de dos milicias, la shií Amal (Esperanza) y la drusa del Partido Socialista Progresista (PSP).
Ayudados por el movimiento armado nasserista suní de los morabitun -la milicia derrotada por Amal y el PSP-, los partidarios de Arafat, también de confesión musulmana suní como sus protectores, intentaban últimamente introducirse en la ciudad para reimplantarse en los campamentos de refugiados de los suburbios donde gozan de la simpatía de la población.
Los jefes de Amal y del PSR, Nabih Berri y Walid Jumblat, respectivamente, no disimularon en declaraciones hechas a su regreso de Damasco durante la noche infernal, sus críticas contra los agentes árabes de la reacción, una terminología empleada por el régimen baasista sirio cuando critica a Arafat. As Shark, el diario prosirio de Beirut, no dudaba ayer, por su parte, en responsabilizar al líder de la OLP de los sucesos.
Por si aún cupiese alguna duda sobre las intenciones contra Arafat, de Amal, sus hombres seguían cercando ayer los campamentos de refugiados y cacheando a sus pobladores en busca de armas a todos aquellos que entraban o salían, al tiempo que circulaban insistentes rumores sobre un discreto ultimátum dado a los fedayin -18 de los cuales murieron en los choques- para que depositasen las armas hoy a lo más tardar y en tregasen a los morabitun refugia dos entre ellos.
Al comentar este sitio del antiguo feudo de la OLP, Abu Jihad, lugarteniente de Arafat, no dudaba en denunciar desde Bagdad, pero sin llegar a nombrar a la milicia shií, el bombardeo de unos campamentos entre los que figuran Sabra y Chatilla, que pasaron a la historia tras la gran matanza de refugiados perpetrada en septiembre de 1982.
El rey Fahd, disgustado
Pero atacar a los palestinos en una ciudad hasta hace poco mayoritariamente suní -la masiva inmigración shií es reciente- y donde aun hoy día la burguesía pertenece a esa rama del islam, significa forzosamente disgustar a esta comunidad, mayoritaria en el mundo árabe, en cuya defensa ha salido nada menos que el rey Fahd de Arabia Saudí en un comunicado divulgado ayer.
La indignación de los suníes es tal que el primer ministro dimisionario, Rachid Karame, un hombre muy cercano al poder baazista de Damasco, mencionó escuetamente a Siria en la breve alocución que pronuncio el miércoles para explicar su renuncia y no habló de país amigo o hermano, como solía hacer en todos sus anteriores discursos.
Reunidos ayer en el centro islámico de Dar el Fatwa todos los ex jefes de Gobiernos libaneses -el sistema político vigente en Líbano establece que el primer ministro debe ser suní- reprobaron vehementemente "las exacciones cometidas en la capital", y se rumoreaba que incluso próximamente se negarían en forma colectiva a aceptar ofertas para encabezar el ejecutivo e imposibilitar de facto el funcionamiento de las instituciones del país.
Para formular sus quejas, Karame, de 63 años de edad, viajó ayer a última ahora de la tarde a la capital siria, cuyos dirigentes dan la impresión de desaprobar su dimisión "por ser susceptible de provocar una mayor inestabilidad", a juzgar por los comentarios del rotativo As Shark.
Al margen de su duelo por las víctimas civiles de los combates -35 muertos y 167 heridos, según el último resultado-, la población está traumatizada por los saqueos y robos de apartamentos habitados generalmente por suníes y cristianos, en los que los milicianos rompieron o quemaron cuadros piadosos de la Virgen María o la Biblia.
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