Jacques Chonchol

El director del Instituto de Altos Estudios sobre América Latina de París, Jacques Chonchol, ex ministro de Agricultura del Gobierno chileno de Allende, asegura que una correcta redistribución de la tierra y un racional aprovechamiento de los recursos naturales beneficia no sólo al campo, sino también a las ciudades, incapaces de absorber a los desocupados rurales. Más amante del presente que de la historia, aunque sin olvidarla, recela de que se le llame ex ministro: "En Europa se tiene la costumbre de llamar a la gente por lo que fue".

Como tantos otros exiliados, Jacques Chonchol volverá a Chile cuando se restablezca la democracia en ese litoral del Cono Sur, pero es consciente del gran problema que encontrarán: el desempleo. La deseada vuelta de la democracia tendrá que acometer soluciones a la crisis económica en la que cualquier dictadura sumerge al país que la padece. No atraviesa Chile por un buen momento. A los recientes terremotos sísmicos se suman los deseos de seísmos políticos, que en tanto que llegan tienen un precio diario en vidas, bañado a menudo en ensañamiento y oscurantismo. Ahora no hay tanto apoyo internacional como al comienzo de la trágica era de Pinochet: "Fue muy fuerte al comienzo, pero luego ha cedido y es comprensible, porque en el mundo se han producido grandes convulsiones como la guerra de Líbano y las invasiones de Afganistán y Polonia, los procesos democráticos en América Latina o las amenazas nucleares". Jacques Chonchol ha venido a España para participar en Córdoba en unas jornadas sobre La reforma agraria como proceso social. Es un tema que conoce a la perfección. Nacido hace 59 años en Santiago de Chile, se hizo ingeniero agrícola en la universidad de Chile y se perfeccionó en Londres y París.

Contratado como experto en cuestiones agrarias por las Naciones Unidas para México y Cuba, trabajó como coordinador de los programas de cooperación de la FAO cuando su oficina regional para América Latina estaba en Chile. Se considera "especialista en sociología rural". Su relación con la política comenzó como militante del Partido Demócrata Cristiano (PDC).

Entre los años 1964 y 1968 comenzó a diseñar la reforma agraria chilena bajo el mandato de Eduardo Frei. Cuando se produjo la escisión en el PDC, se integró en el Movimiento de Acción Popular (MAPU), uno de los integrantes de la coalición que llevó a Salvador Allende a la presidencia en noviembre de 1970. Nombrado ministro de Agricultura, no tuvo más que proseguir con el proyecto de reforma agrraria iniciado con Frei: "Se trataba de acelerarlo, de desarrollarlo, porque ya llevábamos trabajando varios años en él".

"No se puede generalizar sobre los problemas de la tierra. Depende de cada caso concreto". En América Latina, un 35% de la población -130 millones de personas- proceden del campo; dos terceras partes son campesinos sin tierras o minifundistas a quienes no basta su pequeño terruño para sobrevivir y se ven obligados a emigrar a las ciudades. "Allá existen pequeños grupos de grandes propietarios que no cultivan sus tierras y que ganan dinero revalorizándolas. En otros casos, son plantaciones que dan mucho trabajo en cortos períodos, pero se despreocupan el resto del año. Eso provoca la emigración", señala. Entre los años sesenta y setenta emigraron a las ciudades 40 millones de campesinos, que crearon núcleos de desocupados y marginados.