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CIENCIA

La NASA estudia la salida de un astronauta del 'Discovery' para reparar el satélite que se encuentra a la deriva

Uno de los astronautas del transbordador espacial norteamericano Discovery podría salir al espacio para tratar de reparar el satélite de comunicaciones de la Marina estadounidense, que permanece a la deriva tras estropearse el mecanismo que debía situarlo en la órbita adecuada. Ésta es una de las soluciones que baraja la agencia espacial norteamericana (NASA) para evitar la inutilización total del satélite, y podría suponer la extensión de la duración de la misión en 24 o 48 horas sobre los cinco días previstos.

La compañía Hughes, fabricante del satélite, lo había alquilado a la Marina por 16,5 millones de dólares anuales. Satélite y transbordador permanecen actualmente en la misma órbita baja de la Tierra separados por unos 60 kilómetros. Los técnicos de la NASA indicaron al comandante del transbordador, Karol J. Bobko, que se distanciara del satélite Leasat para evitar el peligro de que se encendiera inesperadamente el motor que debía haberlo llevado a la órbita geostacionaria, a 36.000 kilómetros sobre el Ecuador. El Discovery se mantiene, pues, a una distancia prudente del satélite, ya que éste tiene un depósito lleno de un combustible extremadamente volátil que puede convertirlo en una verdadera bomba para el transbordador. Cuatro equipos de especialistas estudiaban ayer el problema del satélite perdido, aunque no se cree que se tome ninguna decisión hasta hoy, indicó a última hora del sábado el director de vuelo del centro de control de Houston (Texas), John Cox. Los especialistas ignoraban hasta ayer la razón por la cual no funcionó el mecanismo eléctrico que debía activar una secuencia de operaciones destinadas a elevar el satélite.

El Leasat Syncom IV-3, que mide unos cinco por siete metros y pesa unas cuatro toneladas, está asegurado en 85 millones de dólares, ha indicado Steven Dorfman, directivo de la compañía fabricante.

La operación de suelta del satélite fue controlada por la copiloto Rhea Sheddon y el especialista Jeffrey Hoffman. El satélite abandonó la bodega de carga sin dificultad aparente y empezó a alejarse del transbordador. Los problemas empezaron a surgir cuando al minuto de haberlo soltado no se desplegó una de las antenas. Seis minutos después tampoco funcionaron los peque ños cohetes que debían aumentar la velocidad de rotación del satélite sobre sí mismo para estabilizarlo. A los 45 minutos debía haberse encendido el cohete principal con que va provisto el ingenio para elevarlo hasta 36.000 kilómetros, lo que tampoco sucedió. Estaba claro que el satélite estaba muerto.

Falló la palanca

Según los primeros análisis de los hechos la culpa de todo la tiene una pequeña palanca o barra de unos 15 centímetros de longitud situada en un lateral del satélite, que debía haberse extendido al salir éste de la bodega de carga, activando así el sistema eléctrico que pone en marcha todas las operaciones siguientes. Randy Stone, otro de los directores de vuelo del centro de control de Houston, declaró ayer que se continuaban barajando varias opciones para salvar el satélite. Stone precisó, sin embargo, que la captura del satélite para traerlo de vuelta a la Tierra no es posible debido a que no va provisto de ningún saliente que sirva para que el brazo articulado de la nave pueda agarrarlo ni el Discovery dispone del chasis necesario para fijarlo a la nave. La recuperación se podría intentar, sin embargo, en otra misión.

Según Stone, la tripulación del Discovery podría intentar el lunes acercarse hasta 15 kilómetros del satélite para hacer un reconocimiento fotográfico de la situación. Posteriormente se acercaría aún más para fotografiar de cerca la barra activadora que ha fallado. Entonces se tomaría una decisión sobre el curso de la acción a tomar.

Los astronautas podrían tratar de mover la barra por medio del brazo articulado o manualmente con la salida al espacio de uno de ellos provisto de una escafandra. El Discovery no va provisto de unidades individuales de maniobra, lo que implicaría que el astronauta debería permanecer ligado al transbordador durante su salida. Ambas opciones parecen difíciles de realizar, han reconocido los técnicos.

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