_
_
_
_

Los laboristas británicos preparan su estrategia para las elecciones generales

El Partido Laborista, principal formación política de la oposición en el Reino Unido, con las encuestas de opinión por primera vez a su favor desde la segunda victoria consecutiva de los conservadores en las elecciones generales de 1983, ha empezado a perfilar su estrategia de cara a los próximos comicios. Aunque constitucionalmente la primera ministra, Margaret Thatcher, puede prolongar la vida del actual Parlamento los cinco años reglamentarlos, hasta 1988, todo parece indicar que las próximas elecciones generales serán convocadas para 1987.

El indicio más claro de las intenciones del Gobierno en el sentido de adelantar las elecciones fue el contenido del presupuesto presentado en marzo por el canciller del Exchequer (ministro de Hacienda), Nigel Lawson, a la Cámara de los Comunes.El presupuesto, aunque mantiene la lucha contra la inflación como el objetivo prioritario del Gobierno, se aparta del radicalismo de los anteriores y empieza a prestar atención al tema del desempleo, que sin duda va a convertirse en uno de los caballos de batalla de la próxima confrontación electoral. El presupuesto de 1985 ha sido tan distinto del anterior que un conocido comentarista político escribió al día siguiente de su presentación al parlamento: "El thatcherismo ha muerto, viva el conservadurismo".

Con un índice de desempleo que roza el 14% y que ha multiplicado por dos las cifras de parados desde la primera victoria de Thatcher, en 1979, el Partido Conservador es el blanco favorito de todos los sectores de la Cámara, incluidos los diputados del ala wet, o moderada, de la formación tory, encabezados por el ex primer ministro Edward Heath y con figuras tan notables como los ex ministros Francis Pym, James Prior e lan Gilmour.

El Partido Laborista y su líder, Neil Kinnock, se han dado cuenta que el tema del desempleo puede proporcionarles el arma para derrotar a Margaret Thatcher y han empezado a lanzar sus andanadas con la presentación de una campaña para la creación de puestos de trabajo y nuevas industrias. Curiosamente, Kinnock ha evitado comprometerse a dar una cifra específica de nuevos puestos de trabajo que crearía un Gobierno laborista.

La campaña ha sido resumida en un documento que servirá de base a la ponencia sobre puestos de trabajo, a debatir en el próximo congreso del partido, en el próximo otoño. Lo más notable del documento es que se aparta radicalmente de las conclusiones aprobadas en el congreso laborista de 1984, que fueron, por su extremismo, una de las causas fundamentales de la derrota laborista. El tema de las renacionalizaciones masivas ha sido abandonado así como el apoyo sin condiciones a las empresas públicas taradas, es decir, sin productividad. Aunque el documento promete la extensión de "los derechos de los trabajadores", no menciona la abolición de la legislación laboral aplicada por los conservadores.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Distritos clave

Otro indicio de que los laboristas están inmersos en el diseño de su estrategia electoral es el hecho de que el comité de campañas del partido ha preparado una lista de 125 distritos electorales donde el Labour Party concentrará sus esfuerzos. Entre ellos está Devonport, circunscripción ahora representada por el líder de la socialdemocracia y antiguo secretario del Foreign Office en el Gobierno laborista de James Callaghan, David Owen. Los laboristas creen que en esas 125 circunscripciones es donde se dilucidará el resultado de las elecciones.

Neil Kinnock ha rechazado de plano una alianza con los socialdemócratas de Owen, aunque no ha excluido, si fuera posible, un entendimiento con los liberales en la forma del pacto lib-lab (liberal-labour) que dio la victoria a Callaghan en los setenta. Los liberales forman en la actualidad alianza con los socialdemócratas con la esperanza de convertirse en su día en el principal partido de la oposición, esperanza utópica mientras se mantenga el actual sistema mayoritario y no se cambie por el de representación proporcional. En las elecciones generales de 1983, la alianza obtuvo 24 diputados con el 25,4% de los votos, mientras que los laboristas consiguieron 207 con el 27,6%. La mayoría de los conservadores sobre el resto de todos los partidos representados en los comunes es de 142 diputados.

A pesar de la ventaja que las encuestas conceden a los laboristas -entre dos y seis puntos-, el Labour Party lo tiene todavía difícil, incluso considerando el desgaste que el desempleo, el cierre de industrias y el empobrecimiento de importantes regiones ha producido en el partido del Gobierno. Los laboristas han mejorado sus posibilidades en Escocia, Gales y el norte de Inglaterra; pero en el poblado y rico Sur, con excepción de los distriros obreros en las grandes ciudades, la mayoría sigue siendo de los conservadores y se traduce en más escaños en la Cámara de los Comunes, si se tiene en cuenta que la población de Escocia es de cinco millones de habitantes y la de Gales, de 2,5 millones, mientras que la de Inglaterra es de 56 millones.

La extrapolación de las encuestas hecha por los especialistas indica que una ventaja de dos a cuatro puntos para los laboristas producirá todavía un Parlamento con mayoria conservadora de unos 40 o 50 diputados. Una ventaja del 6% daría al Labour Party una ligera mayoría.

Los esfuerzos de Kinnock para mover el partido hacia el centro son notables y hasta ahora con éxito. La izquierda radical del partido no ha conseguido hasta la fecha colocar a uno solo de sus candidatos en las circunscripciones cuyos diputados tienen que someterse a selección. Poco a poco, el Parliamentary Party, o grupo parlamentario, va imponiéndose en todos los niveles del partido con un mensaje de moderación apartado de las estridencias del pasado.

Pero la batalla en el próximo congreso será dura. La izquierda radical, congregada en torno a Tony Benn, Erie Heffer y Denis Skinner, no olvida que Kinnock fue elegido líder del partido con sus votos. Y por eso ha anunciado su intención de presentar en los Comunes una serie de proyectos de ley que, aunque no tiene la más mínima posibilidad de ser discutidos, sí pueden causar un gran embarazo a las intenciones moderadas de Kinnock. Entre ellos hay algunos que prevén la salida del Mercado Común, la retirada del Ulster en un plazo de cinco años, la democratización de la policía y la nacionalización de la tierra, los bancos y todas las industrias privatizadas por los conservadores.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_