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La puesta en marcha de una política de convergencia

El final de la conferencia nacional del Partido Comunista de España (PCE) significa la puesta en marcha, a partir de la próxima reunión del comité central del partido, probablemente este mismo mes, de la política de convergencia de izquierda diseñada por el vicesecretario general, Nicolás Sartorius, y entusiásticamente impulsada por el secretario general, Gerardo Iglesias.La conferencia aprobó la creación de dos comisiones, cuyos componentes serán designados por elcomité central, encargadas de contactar con movimientos sociales y partidos a la izquierda del PSOE con los que pudieran formarse coaliciones provinciales o incluso estatales. Estas comisiones estarán también encargadas de elaborar un programa electoral mínimo que respalde la convergencia de izquierda.

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Al margen de ello, la conferencia -que se movió, gracias a la ausencia de la minoría carrillista, con notables grados de unanimidad- aprobó una resolución rechazando "la política fracasada en lo económico y social del Gobierno", por considerarla "regresiva e injusta". Igualmente, se aprobaron otras tres resoluciones, apoyando la convocatoria por Andalucía -inicio de la convergencia de izquierda en esta región, donde Julio Anguita, alcalde de Córdoba, se presenta como candidato a la Presidencia de la Junta-, proponiendo la reanudación de relaciones con el Partido Comunista de Checoslovaquia y convocando la fiesta anual del partido para finales de junio.

Preocupaciones básicas

Todas estas resoluciones muestran otras tantas preocupaciones básicas de los dirigentes comunistas a la hora de pensar en el relanzamiento del partido: las elecciones autonómicas andaluzas constituirán, confían, el comienzo de la recuperación de los votos del PCE. La reanudación de relaciones con el Partido Comunista checoslovaco, rotas desde la invasión de Praga en 1968, evidencia un intento de aproximación al Este -probablemente, Iglesias viajará a la URSS a finales de mayo-, antes de que los poderosos partidos comunistas del Este sientan la tentación de inclinarse por cualquier otro de los posibles interlocutores en Madrid. Por más que parece, a estas alturas, inequívoco el apoyo de Moscú a los disidentes de Ignacio Gallego -ni un solo corresponsal de la Prensa soviética se personó en ningún momento por la sede del PCE durante los tres días que duró la decisiva reunión de la conferencia nacional, en evidente contraste con la cobertura que recibe cualquier acto del PC de Gallego-.

Finalmente, la fiesta del PCE, convocada bajo los auspicios de una apertura oficial hacia otros partidos y movimientos de izquierda, se plantea este año bajo prismas más unitarios que en ocasiones anteriores y debe servir, además, para lanzar la nueva imagen del nuevo Partido Comunista de España. Iglesias insistió repetidamente, a lo largo de las sesiones de la conferencia, en la idea de que ésta ha sido un punto de partida y que, pese a las dificultades, las perspectivas son buenas: a partir de ahora, dijo, el PCE "ya no se articula todo en torno a una gran figura carismática".

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