Luis Pastor, de ayer a hoy
Tras siete años sin actuar en un teatro madrileño, en los que se ha visto obligado, como tantos otros compañeros de profesión y generación, a intentar que se le perdonaran los pecados de haber afrontado su oficio con la exigencia artística y testimonial de contribuir a que el país alcanzara la normalidad democrática, Luis Pastor salió al escenario con los nervios propios de quien se enfrenta a algo más que un simple recital. Llegaba para mostrar en un local adecuado el trabajo de los últimos años. ¿Qué queda en el Luis Pastor de hoy de ese chico de Vallecas, autodidacta, combativo, inquieto, que se lanzó a la canción en un momento en que las posibilidades de aprender eran nulas al margen de la propia experiencia? ¿Cómo se ha adaptado su quehacer creativo a los vertiginosos cambios de una sociedad -y una música- inmersa cada vez más en la vorágine de lo novedoso como principal valor de cambio?
Luis Pastor
Centro Cultural de la Villa. Madrid, 26 y 27 de marzo.
Ante todo queda la conciencia de que la canción es una forma de arte, un vehículo de expresión de vivencias, personales y colectivas, al margen de condicionantes comerciales. A partir de ahí, Luis Pastor desarrolló un recital en el que, recuperando buena parte de su obra antigua, dio a conocer sus últimas composiciones.
Acompañado por un grupo de instrumentistas impecables, manejando todo tipo de matices y registros, la música de Luis Pastor ha bebido en muy diversas fuentes, enriqueciendo sus valores iniciales con las posibilidades que ofrecen el conocimiento y la experiencia. Ha asimilado ritmos, formas y estilos provenientes de los más diversos campos de la música popular, configurando un modo de hacer esencialmente ecléctico.
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