Teatro y ópera, ¿para quién?

Con gran disgusto leí en EL PAIS del pasado 23 de marzo el editorial Éxito del Festival de Teatro. Por lo visto resulta para usted incomprensible que el público que acudía a escuchar a Bernstein no estuviera presente en espectáculos como el de Milva o Macunaima. Yo le puedo ofrecer una fácil explicación. Escuchar a Bernstein me costó 50 pesetas, escuchar a Milva valía 1.000 pesetas.Soy estudiante de letras y muy interesada en el teatro -especialmente deseaba ir a los dos espectáculos que usted cita- y en el mundo intelectual en general, pero, como la mayoría de los universitarios, vivo a expensar de mis padres y no he podido pagar las entradas del Festival de Teatro.

Aprovecho la ocasión para comentar mi indignación por la subida del precio de la ópera. El año pasado podía acudir con regularidad; éste, bajo el socarrón encabezamiento de precios populares, vi que lo más barato era 800 pesetas.

En fin, sólo me resta lamentar que, como usted, también los socialistas estén olvidando el poder adquisitivo estudiantil y potencien la cultura -cosa que me alegra mucho-, pero para la burguesía alta, lo que me confirma que la gente tiene buenas ideas y, sin embargo, potencia la cultura acorde con su bolsillo.- .