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La tercera ampliación del Mercado Común

El proyecto de construir la unidad europea frente a la política de bloques

Los desastres posteriores a la II Guerra Mundial condujeron a estadistas europeos a abandonar su política tradicional e intentar una reconstrucción unificada de Europa. Los forjadores de la unidad europea fueron el francés Robert Schumann, el italiano Alcide de Gasperi y el alemán occidental Konrad Adenauer. La idea de los padres de la actual CEE era la consecución de algo más que la mera integración económica. Ellos creyeron -y sobre tal base actuaron- en el objetivo final de la unidad política de una Europa en libertad que contase con una capacidad de maniobra específica frente a la política de bloques que comenzaba a dibujarse.

En un discurso pronunciado en Zúrich el 19 de septiembre de 1946, Winston Churchill señaló el fin de las discordias nacionalistas. El Congreso de La Haya había suscitado entusiasmo; la creación del Consejo de Europa y de la Organización Europea de Cooperación Económica (OECE, hoy OCDE) había establecido unas instituciones duraderas, aunque su carácter intergubernamental restaba operatividad a su funcionamiento. Superadas las discrepancias nacionales, el 18 de abril de 1951 se firmó en París el Tratado de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA).El 27 de mayo de 1952 se firmó un nuevo tratado que asociaba a los miembros de la CECA en una Comunidad Europea de Defensa. Este tratado fue rechazado, dos años más tarde, por la Asamblea francesa, lo que supuso una grave distorsión en el camino hacia la unidad europea.

Se celebraron tres reuniones en Mesina (Sicilia) a las que los países del Benelux acudieron con dos propuestas: una de extensión de la integración carbón-acero a otros sectores, como el textil o la química; la segunda propuesta consistía en la creación de una verdadera comunidad económica.

La historia de esta negociación concluyó en Roma el 25 de marzo de 1957, fecha en la que fueron firmados los Tratados de Roma. El Mercado Común se hizo, realidad el 1 de enero de 1958.

En enero de 1960, el Reino Unido, Irlanda y Dinamarca manifiestan su intención de ingresar en la Comunidad. Tres años más tarde el general De Gaulle veta el ingreso del Reino Unido. En mayo de 1967 los tres países renuevan la petición de adhesión. Las negociaciones con estos países y Noruega vuelven a reanudarse en 1970. Finalmente, el tratado de adhesión se firma en 1972, a excepción de Noruega, que rechaza el ingreso.

Tras haberse adoptado la decisión de que el Parlamento Europeo fuera elegido por sufragio universal, se celebraron las primeras elecciones entre los días 7 y 10 de junio de ese año.

Con el trasfondo de los problemas planteados por Gran Bretaña con respecto a la contribución al presupuesto comunitario y las sucesivas crisis que se produjeron entre el Parlamento comunitario y el Consejo de Ministros, Grecia ingresó formalmente en el club comunitario el 1 de enero de 1981.

En julio de 1981 la Comisión Europea presentó una serie de proposiciones de cara a la reforma de las estructuras de la Comunidad como consecuencia del mandato que le había sido confiado por el Consejo de Ministros.

A lo largo de las tres cumbres europeas de 1983, Margaret Thatcher ha logrado imponer la tesis de que es necesario resolver definitivamente el problema británico, por considerar injusta la diferencia entre lo que Londres ingresa y lo que obtiene de las arcas comunitarias. Símbolo de esta situación permanente de crisis fue la conclusión de la reunión de Atenas en diciembre de ese año, en que los 10 jefes de Estado y de Gobierno se separaron por primera vez sin una sola línea de comunicación final.

En 1984, con la asunción de la presidencia por parte de Francia, se produjo la salida de Groenlandia de la Comunidad, al tiempo que en la cumbre de Bruselas se reprodujo el fracaso negociador respecto a las tesis británicas. A mediados de junio se celebraron elecciones directas al Parlamento Europeo.

Durante la cumbre de Dublín, en diciembre de 1984, la situación comunitaria hizo crisis a la hora de llegar a un acuerdo sobre la ampliación de la CEE con la incorporación de España y Portugal, al plantear Grecia que no daría su consentimiento hasta que se hubieran adoptado los Programas Integrados Mediterráneos.

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