El debate de la ley sobre la ciencia
El debate sobre la ley de la Ciencia está abierto. Después de las sucesivas presentaciones que los responsables de Industria y Educación y Ciencia han hecho del proyecto de ley, la comunidad científica empieza a tomar posiciones sobre dicho texto.Una reciente asamblea del personal investigador del CSIC estudió el tema y encontró que, junto a aspectos muy positivos, que indudablemente contribuirán a mejo-
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rar el sistema ciencia-tecnología de nuestro país, había ciertas inconcreciones, entre las que destacaremos muy esquemáticamente: limitación de la aplicabilidad de la ley a sólo unos pocos de los numerosos organismos públicos de investigación (OPI) del país y la falta de unificación de los distintos fondos públicos destinados a investigación e investigación y desarrollo; supeditación de la financiación de los planes nacionales a la estrategia presupuestaria de cada ministerio o comunidad autónoma, con la consiguiente hipoteca para la ejecución de los mismos sin sobresaltos financieros durante el período de vigencia. Finalmente, podemos señalar la falta de concreción de los mecanismos de participación del personal de los OPI en los órganos de planificación y ejecución de los planes nacionales.
Esta última carencia es tanto más inexplicable cuanto consideramos que el único intento contemporáneo de reforma en profundidad y planificación de la actividad investigadora se dio y se está dando en el CSIC (véase a este respecto el artículo de Jesús Sebastián en el último número de Mundo Científico), con participación democrática de sus investigadores, directamente o bien a través de sus representantes elegidos, obteniéndose unos resultados que de alguna manera están en la base de este proyecto gubernamental de planificación.
En resumidas cuentas, podemos decir que la dinámica originada por la discusión de este proyecto de ley ha sido bien recibida, con las salvedades apuntadas, por la comunidad científica, dadas las perspectivas de cambio, modernización e impulso de la investigación que implica, en claro contraste con la situación vigente ahora, en la que el desarrollo -a pesar de todo, notable- de la ciencia en España era consecuencia del esfuerzo voluntarista de los científicos y resto del personal de los OPI y universidades, poco apoyados públicamente e ignorados socialmente.
Sorprende, por tanto, que en una reciente tribuna publicada por este diario (día 8 de marzo), los representantes de dos sindicatos descalifiquen la representación de los científicos en los órganos de planificación y gestión de la ciencia en España, proponiendo como modelo alternativo, entre otras cosas, un control sindical de dichas funciones. Al margen de que los sindicatos tienen un papel esencial que cumplir en nuestro ordenamiento social y que, efectivamente, éste puede ser más amplio que el meramente reivindicativo, la descalificación del colectivo de científicos y sus representantes que se deduce de su escrito pone de manifiesto ignorancia de la realidad de la ciencia en España y desprecio al trabajo realizado hasta el presente. Ignoramos si las mencionadas tomas de posición responden a la estrategia global de las centrales sindicales que representan dichos señores o sólo representan puntos de vista personales. En el primer caso, lamentaríamos mucho que un debate necesario, y en el que deben participar todas las fuerzas sociales del país, comience porque una de las partes saque los pies del plato. Si, como dicen los firmantes, "esta guerra (la investigación) es demasiado importante para dejarla en manos de los militares (los científicos)", me temo que están surgiendo demasiados generales para tan pocos soldados, aunque estos últimos seguirán al pie del cañón.- . Presidente de la Asociación de Personal Investigador del CSIC. .
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