Ángel Urteaga permaneció todo el tiempo del secuestro una misma habitación, pequeña e insonorizada
Ángel Urteaga, empresario guipuzcoano secuestrado en una sociedad gastronómica de Asteasu el 17 de enero último por ETA Militar y liberado en la noche del sábado, manifestó ayer en San Sebastián que ha pasado su cautiverio en una habitación de reducidas dimensiones, custodiado permanentemente por tres de sus secuestradores. Afirmó que el único momento en que temió verdaderamente por su vida fue justamente en el momento del secuestro, cuando los miembros del comando le separaron del resto de sus compañeros de mesa y le colocaron una pistola en la nuca y de cara a la pared. "El día que cumplí 57 años fue un día normal, un poco más triste para mí. Ellos, los secuestradores, me dieron ese día una comida mejor", afirmó Urteaga.
El empresario, que se presentó ayer por vez primera tras su liberación ante los medios informativos, manifestó su propósito de incorporarse el próximo martes a la empresa que dirige, Aceros Ángel Urteaga, SA. Con voz insegura y algo tenso, el empresario señaló que a lo largo de estos 37 días su distracción favorita era resolver los crucigramas del diario Egin y las revistas Cambio 16, Punto y Hora e Interviu que le daban los secuestradores. "Recibía todos los días el periódico, en el que faltaban las referencias a lo que ellos llaman arresto y me ofrecieron un libro de poesías de Telésforo Monzón, que yo no terminé de leer porque en esos momentos no me apetecía la lectura. Según su testimonio, la habitación en la que ha permanecido estos días tenía un metro de ancho, por tres de largo y dos de alto y estaba insonorizada y cubierta de madera. "A mí solo me llegaban olores, como el aceite al quemarse, y algunos ruidos que provenían de la cocina. A través del altavoz que había en la habitación escuchaba continuamente música. Durante el día tenía la luz artificial blanca permanentemente y por la noche una luz verde muy tenue, que me permitía dormir".Ángel Urteaga apunta que los secuestradores, "siempre encapuchados y aparentemente sin armas" le suministraban comidas calientes y le hicieron compañía. "Para mi era una ayuda en esos momentos; hablábamos de mi familia, de deportes, y también algo de política. Ellos reconocieron pertenecer a ETA y, claro, sus planteamientos políticos ya se sabe que son lograr la independencia y el socialismo con las armas". La descripción del lugar de cautiverio refuerza la sospecha policial de que Urteaga ha permanecido durante este tiempo en un piso. El recién liberado indicó ayer que no ha pasado frío en ningún momento, pese a las intensas heladas de semanas atrás, y que utilizaba dos chandals por todo vestido.Afirmó que los secuestradores lo transportaron en volandas desde el coche hasta la reducida habitación que ocupaba y que no puede responder si el cuarto está situado en una planta baja o en un piso al que accedieron utilizando la escalera. Subrayó que el trato había sido bueno, "muy bueno, incluso", y por indicación del portavoz de la familia, el abogado José Antonio Iñarrairaegui, no respondió a las preguntas relacionadas con el pago del denominado impuesto revolucionario que, al parecer, entregó tiempo atrás a la propia ETA Militar. Contestó afirmativamente a la pregunta de si se considera simpatizante del PNV, y dijo ignorar todo lo relacionado con el pago del rescate.Iñarrairaegui informó a los periodistas, por su parte, que la familia y él mismo únicamente conocen el día del secuestro y el día de la liberación de Ángel Urteaga. Rechazó todas las preguntas relacionadas con los contactos con ETA Militar, el precio del rescate y la forma de pago, calificándolas de "improcedentes". No respondió cuando se le preguntó si la actitud de la familia era consecuencia de instrucciones precisas de ETA Militar.El recién liberado relató sucintamente los pasos que siguieron a su secuestro en Astigarraga. "En el primer coche, me colocaron en el asiento trasero y ellos iban a cara descubierta, pero en esos momentos... tú estás tan desconcertado... ellos saben lo que hacen. Después me introdujeron en el maletero de un segundo coche y me colocaron gafas oscuras. El regreso igual, pero con una capucha, no sé cuanto tiempo estuve metido en el maletero, creo que más de una hora. Me abandonaron cerca del restaurante de Astigarraga, me dieron el reloj y me indicaron que permaneciera allí hasta pasados diez minutos y que luego cogiera un taxi". Ángel Urteaga supo que iba a ser puesto en libertad el pasado viernes.
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