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La oposición tunecina acusa al régimen de pretender perpetuar el sistema de partido único

Las actitudes y declaraciones de la formación gobernante tunecina, el Partido Socialista Desturiano (PSD), es observada con escepticismo por la oposición a tres meses de las elecciones municipales, en las que todo el país tiene puestos los ojos porque pueden ser el prólogo de unos comicios legislativos en 1986. Las esperanzas en una transición hacia la democracia pluralista según el ejemplo español se ven frustradas por la postura gubernamental, que la oposición -que se muestra deseosa de evitar un baño de sangre a la muerte del presidente, Habib Burguiba- interpreta como un intento de perpetuar el régimen del partido único.

Son pocos los hombres providenciales de la historia moderna en vida de los cuales haya podido comenzarse a esbozar la transición. Habib Burguiba, de 85 años de edad, presidente vitalicio y Combatiente Supremo de Túnez, con 50 años de monopolio de la escena política y del poder, lanzó la lucha por su sucesión cuando, el 19 de noviembre de 1983, anunció que habían sido legalizados dos de los partidos más importantes de Túnez: el Movimiento de los Demócratas Socialistas (MDS) y el Movimiento de la Unidad Popular 2 (MUP-2). Daba así por concluido, en teoría, el régimen del PSD como partido único. Como los comunistas habían sido legalizados en 1981, eran así cuatro los partidos que podían competir legalmente por el electorado. Otras tendencias políticas quedaban aún excluidas de esa liberalización, pero la legislación relativa al burguibismo partidista permitía a todos abrigar esperanzas.En febrero de 1985, cuando más arrecia la lucha por esa sucesión, muchas de las esperanzas depositadas en el pluripartidismo, en la transición democrática pacífica, han sido ya abandonadas. La oposición socialista tunecina sostiene que hoy existen dos países: el país oficial, gubernamental, y el país real, la calle.

El abogado Ahmed Mestiri, que dirige el MDS, tres veces embajador de su país y cuatro veces ministro (de Justicia, Finanzas, Defensa e Interior), que no es ningún extraño al régimen, declara a EL PAIS que él representa "un tipo de oposición que no va a ser posible ya, porque se persigue a los militantes del MDS sólo porque son de la oposición y se les afecta en sus vidas cotidianas y en sus posibilidades de ganarse el pan por ese mismo motivo. Estos señores del poder estiman que el país es su patrimonio personal y del PSD. No se dan cuenta de que al impedir la acción legal de nuestro partido alimentan a todos los que están por la acción violenta y a quienes dicen que la oposición política no lleva a ninguna parte, que sólo con bombas y violencia se puede cambiar la sociedad".

Hedi Baccouche, ministro sin cartera y director del PSD, define así las relaciones entre el partido gobernante y el Gobierno y entre el PSD y los otros partidos: "El presidente de la República es presidente del PSD, el primer ministro es secretario general del PSD y el director del partido es ministro del Gobierno. El partido es responsable de la política del Gobierno, y, por tanto, es necesario que sus principales responsables dirijan también la cabeza del Estado. Somos un partido en el poder, y por tanto no podemos tener el mismo tratamiento que los otros partidos".

En cuanto a las próximas elecciones, Hedi Baccouche afirma: "No deben ser trucadas, pero es de buena lid que nuestros militantes vayan a perturbar las reuniones de un partido de oposición; o que el PSD goce de más favores que los otros partidos de parte del poder". Según afirma a EL PAIS el líder de la oposición socialista Ahmed Mestiri, esas declaraciones "demuestran que Baccouehe no sólo se equivoca de época, sino que se equivoca de país. Este señor es un nostálgico del partido único. El origen de todas las desgracias de Túrtez, desdela independencia, es precisarnente el sistema de partido único. La clasie política española, al contrario de la tunecina, se lanzó al la transición democrática con gran inteligencia. El rey Juan Carlos mismo ha sido el origen de un proceso que nosotros estimamos perfectamente válido, que ha resultado en una especie de pacto nacional y que el MDS pone siempre de ejemplo a sus interlocutores tunecinos como evolución política pacífica hacia un régimen democrático".

Opositores perseguidos

En vísperas de las elecciones municipales, que tendrán lugar en mayo, el régimen ha extremado las medidas antidemocráticas, según la oposición. Ahmed Mestiri relata que "los militantes del MDS son perseguidos, nuestros locales por todo el país han sido incendiados, y nuestra prensa, el semanario Al Mostakbal (El Futuro), ha sido suspendido, y yo mismo soy objeto de diligencias judiciales por un presunto delito de prensa. Y eso que todavía no ha comenzado la campaña electoral".En los últimos años el islamismo ha conocido un auge considerable en Túnez y va desde un Partido de la Liberación Islámica (PLI), con ramificaciones internacionales, que resulta sospechoso o por lo menos incómodo a la oposición, hasta el Movimiento de la Tendencia Islárnica (MTI), que proclama su aceptación de las reglas del juego democrático y que constituye una auténtica fuerza, sobre: todo en la universidad y en algurios sectores tradicionalistas. Los principales líderes de este último partido, Rashid Ghannuchi y Abdelfatah Muru, han solicitado la legalización de su partido, aun no concedida, pero a favor de la cual se han pronunciado todas las otras fuerzas de oposición, que desean que participe en la lucha electoral legal por la conquista del poder.

Casi todos los estados mayores de los partidos de la oposición se van a reunir en los próximos días para decidir si, dadas las circunstancias, participan o no en las elecciones municipales de mayo. Ahmed Mestiri, líder del MDS, cuyo consejo nacional se reúne el próximo 10 de marzo, declaró a EL PAIS: "Por el momento no existen en absoluto garantías de que las elecciones serán honestas y no manipuladas como las de 1981. Además, desde entonces al hombre de la calle las elecciones le traen sin cuidado. Nosotros, por nuestra parte, no podemos participar en ellás si no existen unas mínimas garantías para la campaña electoral y las operaciones electorales".

Aparte de la abstencion que puedan solicitar los partidos de la oposición, la Unión General de Trabajadores Tunecinos (UGTT), que es hoy día, con mucha diferencia, la fuerza dominante en el mundo del trabajo, parece disponerse a presentar candidatos a las próximas elecciones. Ahora se habla de alianza electoral, pero Ahmed Mestiri opina que "todavía no se ha llegado a ello, aunque existe una coordinación para la defensa de la democracia, de los derechos del hombre, de las libertades públicas, y para pedir el reconocimiento de los partidos que aún no lo están legalmente".

La personalidad de Habib Burguiba pesa aún mucho en la vida del país, como quedó demostrado durante las revueltas del pan de enero de 1984, en que con una brevísima intervención televisada cambió la situación. Sin embargo, Ahmed Mestiri señala que no está seguro de esa influencia del presidente.

"Habib Burguiba", declara Mestiri a EL PAIS, "acabó efectivamente con la revuelta porque revocó el aumento del precio del pan que había sido decretado por el Gobierno y que la había provocado. Pero yo, personalmente, dudo que Burguiba hubiese sido seguido si hubiera dicho lo contrario".

Aunque la sucesión de Burguiba parece ser la preocupación predominante de la clase política tunecina, Ahmed Mestiri dice que "el MDS no está en absoluto obsesionado por el problema de la sucesión. Para nosotros lo importante es cambiar el sistema político, porque esto no puede seguir así. Esos cambios pueden producirse en vida de Burguiba, de la misma manera que no es seguro que puedan tener lugar después. Ahí tiene el caso de Yugoslavia, en que los sucesores de Tito son peores que el propio Tito. Nosotros no quisiéramos que la sucesión sea motivo de guerra civil en Túnez, y por eso aspiramos a que se lleve a cabo normalmente".

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