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Un día de luto

YaPero la tercera mala noticia, la catástrofe aérea del avión regular de línea Madrid-Bilbao, merece alguna otra consideración complementaria. Durante mucho tiempo las líneas aéreas españolas gozaron de una excelente fama y, por otro lado, nuestros aeropuertos se situaron entre los más seguros del mundo. La serie de accidentes aéreos ocurridos últimamente pasó a tener tal importancia social que incluso en medios parlamentarios se decidió la constitución de una comisión de catástrofes aéreas. Antes de concluir ésta su informe sobre el choque en Barajas de un avión de Iberia y otro de Aviaco se coloca ante todos lo que acaba de suceder en el monte Oiz.Cuatro cosas deben entrar forzosamente en nuestra consideración. En primer lugar, sabido de todos es que anteayer se suspendió durante media hora el despegue del avión regular de línea a Bilbao como consecuencia de una amenaza de bomba. Por supuesto que antes de conocer las circunstancias del suceso no podemos efectuar enlace de esta noticia con terrorismo de ningún tipo. Pero es bien sabido que estos cobardes atentados han buscado en el mundo, más de una vez, el camino de la agresión a un avión civil de pasajeros. Por eso la primera interrogación va dirigida a la vigilancia que se efectúa para impedir estos riesgos. Esperemos que quede claro que, en lo humanamente posible, se eliminan los riesgos de que embarquen, explosivos en los aviones en nuestros aeropuertos, y esto sea cual sea el coste de las inversiones a efectuar en los mismos.

El segundo hecho se vincula con las propias instalaciones que se construyen para la seguridad del vuelo. Desde los controladores a las balizas de las pistas se ha creado toda una complejísima red de personas y mecanismos de ayuda para que los vuelos se realicen en las mejores condiciones de seguridad. En el ánimo de todos surgió que el choque de Barajas se debió a problemas de las propias instalaciones del aeropuerto. La interrogación obligada se dirige a si la cifra de inversiones que a los mismos se dirige es la adecuada y si los despilfarros que en multitud de otros sectores se verifican no repercuten negativamente en la capacidad de operación que tienen nuestros aeródromos y nuestras rutas aéreas. Un tercer problema es el que se refiere a la propia flota aérea. A veces da la impresión de heterogeneidad en los aviones que posee la compañía española de bandera, de que se retrasan excesivamente las adquisiciones de nuevos prototipos y de que no existe una clara política de compras, al mezclarse todo con problemas confusísimos derivados de la propia política de los grandes constructores. Todo lo que se haga para eliminar el riesgo derivado de la existencia de flotas aéreas que por su propia complejidad dificulten el mantenimiento será evidentemente poco, y esta pregunta, ¿se compran los aviones adecuados?, precisa una contestación clara.

No podemos por menos de plantear un tema que más de una vez nos ha preocupado. En ocasiones, los comandantes de las aeronaves cometen ligeras infracciones, por supuesto sin la menor consecuencia casi siempre, y, que se ligan de manera habitual a una mayor rapidez en las llegadas y una menor duración del tiempo de vuelo. También en ocasiones parece claro que se mantienen ciertas rutinarias y excesivas obligaciones de los mismos, que, aunque se transgredan, no pueden originar riesgo alguno. De ahí que, en combinación con el SEPLA y con organismos de la seguridad de Aviación Civil, deba plantearse con toda seriedad la respuesta al interrogante que hoy se efectúa en muchas familias españolas: las tripulaciones ¿en ningún momento dejan de cumplir en un ciento por ciento todas las normas de seguridad?

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Estas cuatro preguntas se unen a un hecho evidente: el avión era bueno; la situación meteorológica, muy aceptable; el piloto, muy ducho, y las condiciones de Sondica, en principio, no ofrecían problemas comprensibles. No nos sirve la respuesta de "son cosas que pasan". Para este tercer dolor de este martes de carnaval es precisa una respuesta exacta y que impida repeticiones.(..)

, 20 de febrero

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