Los 'minnessotos' de Bellaterra
Me pareció relevante el trabajo publicado sobre los minnessotos, esa curiosa especie de economistas. El grupo, asentado en la facultad de Económicas de la universidad Autónoma de Bellaterra, aunque con otras corresponsalías, merecía el artículo por su influencia y prepotencia, aun cuando ya ha perdido parte de su fuerza, diezmado por la reexportación a Norteamérica de algunos de sus principales epígonos, por su trasvase a la Administración o porque algunos se han pasado a las actividades empresariales (lo que nos tiene a muchos con el alma en vilo). Su filosofía -la economía matemática hecha de esquemas de alta formalización y simplificación- ha tenido implantación desde mediados de los sesenta en EE UU, el Reino Unido, Alemania Occidental, Suecia..., contando con protagonistas tan descollantes como Debreu, premio Nobel de Economía 1982.Pero ésa no es más que una de las corrientes existentes en la economía científica. A su aparente rígor se le opone, por ejemplo, la veleidad y la carga ideológica de sus supuestos de partida, con su muy preponderante deductivismo. También la simplicidad de sus esquemas: el supuesto de la competencia de mercado, por ejemplo, suele ser para los minnessotos una grosería inaplicable.
En la historia de la ciencia económica ha sido el tiempo el que ha acostumbrado a mostrar la bondad y la potencialidad de los diversos métodos. El que nos ocupa las tiene para la docencia y la investigación, puesto que es una forma de control lógico o matemático del argumento. Es un instrumento interesante para el conocimiento económico y social, pero no es el conocimiento. Decididamente, esta nueva escolástica económica debe ser combinada con otros enfoques, a no ser que pretenda únicamente formar nuevos secretarios de un solo método.
La historia, breve, de esta facultad de Bellaterra ha sido la de un crecimiento hipertrófico del injerto minnesótico con una prepotencia que ha tendido a ahogar el desarrollo de las otras corrientes, algunas de ellas mucho más cercanas a las necesidades formativas reales del economista que está abocado a ser técnico municipal, auditor o empleado del sistema financiero. Eso comporta peligros docentes, pues si la realidad -palabra que ofende personalmente a los minnessotos- no se acopla al modelo simplificado, tanto peor para la realidad.
He empezado diciendo que un líder de esta corriente ya es Premio Nobel. Pero también lo han sido estos últimos años Stone, Hicks, Friedman o Tobin, que tienen poco que ver con esta corriente. Involucrar a Sardá y a Rojo en tales excesos me parece insultante.-
Catedrático de la universidad Autónoma.
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