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Reportaje:

La gran depresión de la agricultura en Estados Unidos

Francisco G. Basterra

La agricultura norteamericana, superprotegida desde los años treinta por el Estado en una economía campeona del libre mercado, se hunde en un momento en que el resto del país disfruta de una prosperidad desconocida desde hace 30 años. Un 30% de las explotaciones agrícolas está amenazado de quiebra y se calcula que el 20% de los 2,4 millones de agricultores de este país perderá sus tierras en los próximos tres años.

Desde la época de la gran depresión de los años treinta, el Estado se ha gastado 115.000 millones de dólares (20,8 billones de pesetas al cambio actual de la divisa estadounidense) en la protección de los precios agrícolas, garantizando precios mínimos y subvencionando montañas de excedentes. Sólo en 1984, esta ayuda les costó a los contribuyentes 7.300 millones de dólares (más de un billón de pesetas), y las previsiones para este año señalan una cifra de 15.000 millones de dólares (2,7 billones de pesetas).

La doctrina del 'sálvese quien pueda'

El presidente Ronald Reagan -él mismo un producto de una aldea de Illinois, en el corazón de esa América rural ahora moribunda- ha decidido que las cosas han ido demasiado lejos y que es necesario aplicar también la filosofía de sálvese quien pueda a la América profunda de las granjas del Medio Oeste.El presidente está a punto de enviar al Congreso una nueva ley agraria que reducirá drásticamente la protección al sector y que persigue ahorrarse unos 7.000 millones de dólares anuales. El director del Presupuesto, David Stockman, el hombre encargado de decir las verdades en este país y de provocar el escándalo consiguiente, ha abierto una amarga polémica al preguntarse en el Congreso .por qué los contribuyentes tienen que responsabilizarse y refinanciar los malos créditos en que incurrieron voluntariamente personas adultas que compraron tierras cuando los precios estaban subiendo y pensaron que podían hacerse ricos".

Los congresistas de los Estados agrícolas han montado en cólera, y el presidente del Comité de Agricultura de la Cámara de Representantes, el demócrata De la Garza, ha afirmado que lo que propone Stockman es equivalente a decir "cortamos los brazos y las piernas del enfermo para que pese 15 kilos menos y no sea una carga tan pesada". Otras voces culpan al Gobierno de lo ocurrido en el campo americano y denuncian su actual "sermón hipócrita" sobre el libre mercado. Hay quienes incluso, como el senador Charles Grassley, de lowa, invocan argumentos de interés social y humanitario para mantener la ayuda estatal a la granja familiar por su valor como portadora de los valores tradicionales americanos.

La actual crisis se incubó en la década de las vacas gordas de los años setenta, cuando las exportaciones de productos agrícolas norteamericanos se multiplicaron casi por cinco, de 7.000 millones de dólares en 1970 a 48.000 millones en 1981. Para este año se esperan unas exportaciones de 36.500 millones de dólares. El Gobierno estimuló a los campesinos a plantar hasta el límite de sus posibilidades, "de cerca, a cerca".

El valor de la tierra

Los agricultores se endeudaron fuertemente para comprar maquinaria y semillas, pero no importaba porque los precios de la tierra subían sin cesar. Los bancos estimulaban este endeudamiento y estaban satisfechos porque consideraban que su dinero estaba asegurado por una tierra supervalorada.Pero llegaron los años ochenta y con ellos la necesidad a nivel mundial. Los países compradores de productos americanos ya no podían pagarlos y comenzó a descender la renta de los agricultores estadounidenses. El precio de la tierra disminuyó progresivamente y comenzó a ser más difícil el pago de las cuantiosas deudas adquiridas en los años anteriores. En los últimos años el dólar sobrevalorado ha supuesto la puntilla para los productos norteamericanos que ya no son competitivos. Estados Unidos llegó a tener el 50% del mercado de grano y, soja mundial, y ahora sólo controla un 40% y pierde terreno frente a Canadá, Argentina o Brasil.

El resultado es que los 2,4 millones de granjeros deben 215.000 millones de dólares (38,9 billones de pesetas), frente a 132.000 millones que debían en 1979. Sólo los intereses de esta montaña de deuda suponen 21.000 millones de dólares anuales, casi la misma cantidad que la renta agraria total, que asciende a 23.000 millones de dólares. Los propietarios de las granjas no pueden devolver los créditos y los bancos comienzan a ejecutarlos. Una tercera parte de las granjas del país tiene deudas superiores al 40% de su patrimonio. La tierra ya no vale lo suficiente para pagar los préstamos, y es corriente la imagen de las subastas de fincas y del material agrícola en los Estados del Medio Oeste. Pero también los bancos se ven afectados, y el pasado año, de los 79 bancos que quebraron en EE UU, 25 hacían su negocio en la América rural.

Los dramas humanos se multiplican. Granjeros de cuatro y cinco generaciones tienen que abandonar la tierra. Un estudio de la universidad de Missouri indica que el índice de suicidios entre los campesinos es un 40% superior al de otras profesiones. Aumentan los problemas matrimoniales, los malos tratos a los niños y el alcoholismo en las comunidades rurales. La crisis produce una desestabilización psicológica en todo un sector de la población. Los problemas afectan sobre todo a los 700.000 granjeros que explotan propiedades pequeñas o medianas y que viven solamente del campo. Las grandes fincas con un nivel tecnológico muy alto y los campesinos que tienen una segunda fuente de ingresos se defienden bastante bien y no sufren la crisis.

Muerte lenta en Kansas

La situación tiene un efecto depresivo en decenas de pequeños pueblos que viven únicamente del campo. Se está produciendo la muerte lenta de las calles principales (main streets) en Kansas, Misuri, Illinois, lowa, con el cierre de tiendas y negocios. Para algunos, la defunción de una forma de vida que se confundía con el alma americana. Para el Gobierno y para un sector importante de la opinión pública se trata simplemente de una consecuencia de la ley del libre mercado.Estados Unidos ya no es una sociedad agrícola como lo era en 1820, cuando las tres cuartas partes de la población vivían en granjas; hoy sólo lo hace un 3%. Con las modernas técnicas de producción sólo el 8% de los agricultores produce las dos terceras partes de los alimentos que necesita el país.

El Ministerio de Agricultura asegura que con la aplicación de las nuevas tecnologías y los descubrimientos de la investigación bioenergética EE UU podría producir muy pronto todo lo que necesita para alimentarse y vestirse utilizando únicamente el 50% de su actual capacidad agrícola. La utilización de la otra mitad sólo sería rentable si la producción pudiera exportarse.

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