La generación consumida

Ya el uruguayo-catalán Quintín Cabrera lo cantaba hace años en una vieja copla: "Hay cantores de consumo/ y hay cantores consumidos, / y hay otros que se consumen / para poder ser oídos". Mar Trini forma parte de una generación de cantantes españoles -junto a nombres como los de Massiel Patxi Andión, María Ostiz, entre otros- que entra de lleno en la segunda categoría.Pretendiendo una canción de una cierta dignidad estética, que no cayera en la chabacanería ni en la comercialidad descarada, pero sin ese impulso creador y comunicativo que les hiciera romper los límites de la canción más consumista, su destino ha sido caer en la rueda devoradora de una industria que fabrica productos con fecha de caducidad fija.

¿Qué queda en la Mari Trini de 1985 de aquella muchacha que cantaba en los años sesenta y setenta Ne me quitte pas queriendo demostrar que existía una canción de dignidad estética y hondura humana? Apenas otra cosa que la repetición de aquel tema de Jacques Brel para cerrar un programa de canciones, continuado después con varios bises, como, símbolo de lo que pudo haber sido y no fue.

Aquella nueva canción castellana, inventada en buena medida como réplica madrileña y comercial a la nova cançó catalana, ha quedado reducida a unos compositores y cantantes que repiten fórmulas estereotipadas en locales y ante públicos fuera de con texto, aunque sean públicos que disfrutan mucho con lo que se les ofrece.

Quisieron ser como la francesa Edith Piaf y apenas consiguieron imitar a la también francesa Mireille Mathieu; pretendieron emular al belga Jacques Brel y no supieron conservar ni siquiera el aroma de ese monumento a la nostalgia que es el también belga Adamo.