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Georges Marchais aparta de los auténticos órganos de poder del PCF al discrepante Juquin

Soledad Gallego-Díaz

Pierre Juquin y otros dos dirigentes comunistas, Maircel Rigout y Félix Damette, que habían expresado discrepancias con el informe del secretario general, Georges Marchais, fueron reelegidos ayer como miembros del Comité Central del Partido Comunista de Francia (PCF). Sin embargo, Juquin perdió su puesto en el buró político, que es el auténtico órgano decisorio del PCF. La votación, que se celebró a puerta cerrada, hecho sin precedentes, fue el acto de clausura del 25º congreso del partido.

Juquin era hasta ahora también el portavoz de los comunistas franceses, y fue el único miembro de la dirección que intervino en los debates del congreso para defender las tesis del pequeño sector contestatario. Su exclusión del buró político da la razón a quienes afirmaron que, con su discurso, Juquin había cometido un suicidio político, porque el PCF no está dispuesto a tolerar a nivel de dirección la menor diversidad de opiniones. Sin embargo, el hecho de que 58 delegados (sobre 1.722) se abstuvieran en la votación final del informe de Marchais y que casi un tercio de la sala aplaudiera el discurso de Juquín ha servido al menos para evitar su total defenestración.El ex portavoz tuvo una intervención moderada y limitó su desacuerdo a tres puntos: el centralismo democrático debe ser irrigado con una cierta dosis de autogestión; hay que clarificar audazmente las re4aciones con los países del Este y hay que evitar que el PCF quede aislado y fuera de la vida política organizada. En previsión de represalias, advirtió que el partido ha castigado en el pasado a militantes que defendían tesis comúnmente aceptadas hoy día.

El 25º congreso del PCF ha demostrado que el sector contestatario, aunque muy magro, no se limita a una o dos personalidades, sino a pequeños grupos repartidos en toda la estructura del partido. Pero los críticos no mantienen análisis comunes: para unos, el Partido Comunista debió haber roto con los socialistas mucho antes, mientras que para otros aún es posible encontrar vías de comunicación.

Movimientos populares

La dirección no se plantea grandes dudas. La línea propuesta por Marchais y arrolladoramente aprobada por el congreso rechaza cualquier acuerdo con los socialistas, a los que se estima culpables de todos los males del partido y sobre todo de su declive electoral; y lanza una nueva consigna, "la unión ¿le los movimientos populares", que muchos interpretan como un repliegue y endurecimiento.

Georges Marchais parece decidido a preparar a sus militantes para un rotundo fracaso en las legislativas de 1986, adelantando que el PCF no pretende la participación en el poder, sino "la revitalización de los movimientos populares". El enemigo ya no es la derecha, sino el Partido Socialista, "que se ha aprovechado de la unión de la izquierda para llevar a cabo su política socialdemócrata y socavar la influencia de los comunistas'.

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La oposición frontal comunista puede planter un problema al PS en 1986, porque no existe en Francia un partido de centro capaz de actuar como bisagra y permitirles formar una coalición para continuar en el poder.

La elección política de Marchais -cerrar filas y encerrarse con la esperanza de conservar al menos el núcleo duro del partido-. puede ser arriesgada. El PCF ha pasado de un 21,34% en las legislativas de 1973 a sólo un 11,20% en las pasadas elecciones europeas, y los sondeos son unánimes a la hora de señalar que todavía no se ha tocado fondo. "Todo menos convertirnos en un partido comunista como el español", afirmó un delegado.

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